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Críticas de los estrenos del 18 de noviembre

ABC te desvela las claves de las películas de la cartelera

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«Un dios salvaje»

POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Polanski, que es un inadaptado, malamente puede ser un adaptador, y por eso lo que hace con la sutilísima y genial obra de Yasmina Reza no es adaptarla, sino inocularle toda su personalidad compleja, oscura y pesimista con un resultado sorprendente: la luminosa ironía del original, mezclada con el desánimo sombrío de su versión; es decir, una comedia que desmoraliza o un jolgorio que entristece. La situación no es de comedia: dos parejas en una casa intentan solucionar de un modo adulto una pelea entre sus hijos con un mal desenlace; uno le ha dado al otro con un palo y le ha roto dos dientes. El desarrollo, en cambio, sí se pasea por lo cómico (o trágico) del ser humano, que suele convertir la diplomacia en la primera bala de lo que será una guerra. La obra teatral de Yasmina Reza es un elogio envenenado a la palabra, que también la carga el diablo, y la película de Polanski es un elogio a su antídoto, pues comienza y termina en una escena de parque en el que los niños juegan, y eso. La sensación es perversa: mientras que se trata de solucionar un problema infantil que se disolvía solo, de un modo natural, surge de la trastienda de los adultos un caos que nadie va a solucionar. Todo es bueno en esta película, lo que se cuenta y el modo preciso en tiempo y espacio que emplea Polanski para contarlo; pero, lo mejor son las dobles parejas, o póker, de actores que consiguen un dibujo milimétrico a tiempo real, sin elipsis ni transiciones. Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly van tejiendo la personalidad de sus personajes «en vivo», sin que Polanski renuncie al frescor teatral de la historia, pero mediante una puesta en escena absolutamente cinematográfica... La transición –rápida– de la cortesía en agresividad, de la comprensión en crueldad, del manejo de las normas elementales al gobierno de ese dios salvaje que a veces nos excita y activa. Más que pantalla, el perverso Polanski parece que usara espejo.

«Pánico en la granja»

POR J. CORTIJO

Mientras Tintín disfruta estos días de macro-animación sinfónica, otros dos paisanos, Aubier y Patar, guiñan el ojo a otro belga más, René Magritte, en este fascinante teatrillo de pulgas que, más que zambullirnos en la infancia quimérico-fantástica, nos hace una aguadilla hasta el fondo. Indios, vaqueros, caballos pianistas, ladrillos de gominola, ladronzuelos submarinos, barbacoas con la cerveza muy barata... Puro surrealismo stop-motion bizarro aunque algo exigente.

«Asesinos de élite»

POR J. M. CUÉLLAR

Hubo un tiempo en el que las bandas callejeras eran el instrumento ideal para construir un guión de guantazos y no te menees. Ahora los tiempos están cambiando y el mejor vehículo son las fuerzas especiales. Que si las SAS, SIS, SOS, SIM o lo que sea, todos por ser los más duros del panorama. Todo en balde porque ya se sabe que los mejores en este asunto son los israelíes, por necesidad básicamente. Pues esta es de esas de enfrentamientos entre fuerzas especiales con mamporros por doquier. Es decir, lo de siempre con distinto collar. Para ver con cierto tono pasable: una ensalada de tarascadas entre Statham (otra vez en lo suyo) y Owen (algo más lejos de su hábitat natural) más que estimable. Y luego los aderezos de siempre: una chica florero, muy guapa la Strahovski, y el cebo de una figurón, esta vez De Niro, que ya se sabe que últimamente hace de todo para pagarse el rancho. Qué pena.

«Amanecer»

POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

La serie continúa su trazo con lógica y ese triángulo de sentimientos y fortalezas que forman Bella, Edward y Jacob encuentra el camino hasta el corazón de su público con un estrepitoso cóctel de pasiones románticas, disputas animales, dulces promesas y agrias miradas. El director, Bill Condon, propone una primera mitad untada con una buena capa de mermelada a propósito de los preparativos de la boda y la boca dulce de la Bella y el bestial Edward, un vampiro con un control de sí mismo que ya quisiera el Maharishi Yogi, y una segunda mitad ya absolutamente preñada de acción, con la boca llena de dientes y con la pareja de recién casados ante varios dilemas insoslayables. Con un texto, un contexto y una imagen descaradamente dirigida a público lozano y no viejuno, el goteo meloso por la pantalla será como una ristra de ajos para el personal canoso; aunque aborde asuntos cruciales que van desde el derecho a decidir hasta la violencia de género, o de especie.

«Medianeras»

POR O. R. M.

En el hemisferio contrario que el Manhattan de Woody Allen está el Buenos Aires de Gustavo Taretto, que emprende su camino como director con "Medianeras", una película que habla y habla del interior de sus personajes (un joven y una joven destinados a tropezarse) y que le da la vuelta al mundo sin salir apenas de ellos. Entretenida y perspicaz mirada al amor como adhesivo y a lo esencial de encontrar a Wally. Fantástico el perfil porteño de Pilar López de Ayala.

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