Rubalcaba: «Al PP le gusta más el uranio radiactivo; a mí, el sol»

El PSOE se comprometió en su programa de las generales de 2008 a cerrar las centrales nucleares. Luego el Gobierno de Zapatero flexibilizó el concepto de «vida útil» para esquivar en 2011 la única clausura que le hubiera correspondido ejecutar, la de Garoña, y la prorrogó por encima de los 40 años, hasta 2013. Los ecologistas le acusaron de traición. Después de semejante giro, Alfredo Pérez Rubalcaba prefirió ayer apostar por cerrar las centrales «cuando toque», —la última lo hará en 2028—, y lo hizo atacando el modelo energético del partido adversario en un arranque de bucolismo antinuclear: «Al PP —dijo— le gusta más el uranio radiactivo, a nosotros el aire y el sol».

Acompañado de la ex ministra Cristina Narbona, Rubalcaba advirtió en un mitin en Mahón (Menorca) que estamos ante una «encrucijada en política energética», que hay que decidir entre dos alternativas y que España corre el riesgo de perder su «liderazgo» en energías renovables frente al empuje de Alemania. Las energías limpias han sido «la apuesta histórica» del PSOE, recordó Rubalcaba, obviando que Felipe González defiende un debate europeo sobre la energía nuclear, que cree «más razonable» que otras, y que se opuso al cierre de Garoña.

La eólica o la solar, destacó el candidato, son más baratas, nos hacen «menos dependientes» de otros países y crean «diez veces» más puestos de trabajo, algo que a su juicio, el PP no tiene en cuenta pero, —recalcó—, «nosotros sí».

Son cinco millones de parados los que el Gobierno del que Rubalcaba ha sido vicepresidente hasta julio deja tras de sí, y ayer el socialista no dudó en asegurar que el PP les va a bajar el subsidio. Frente al sistema de «reparto» del PSOE, denunció, el PP va a imponer el de la «capitalización» que, según aclaró, supondrá «irse a un sistema en el que los parados van a cobrar menos y menos tiempo».

Rubalcaba también preguntó al público en Menorca: «¿Es que os creéis que (en el cara a cara del pasado lunes) se les olvidó hablar de la financiación de la sanidad pública?», y se respondió a sí mismo que Mariano Rajoy prefirió no abordarlo, porque de otro modo tendría que haber hablado de «copago o privatización».

También lanzó sospechas sobre las intenciones populares con las pensiones. «Yo ya sé que si cuentas según qué cosas, igual te quedas sin votos», dijo, buscando la complicidad del público. Sembrar recelos con respecto al proyecto popular forma parte de su «doble campaña», la que, —como repite mitin a mitin—, tiene que hacer para explicar su programa y el «programa oculto del PP». Estas versiones apócrifas del programa popular y las alusiones jocosas a Rajoy leyendo sus apuntes durante el debate han pasado a ser lo más celebrado de los actos electorales socialistas.

No todo es tan festivo. A Rubalcaba se le deslizó ayer una reflexión pesimista: «El futuro es una palabra que ha perdido brillantez, la gente lo ve como algo muy oscuro y eso es malo para la izquierda...».

En una entrevista televisiva, el candidato abordaba anoche uno de los aspectos más sombríos del presente socialista que nunca ha tocado en ningún mítin, la «operación campeón», que implica al ministro José Blanco en un caso de corrupción. Rubalcaba le defendió: «No ha hecho nada, es un caso electoral», dijo, y a la pregunta de si pondría la mano en el fuego por él, contestó «sí». Ya en Mallorca, ante más de 1.500 personas y acompañado por el ex presidente balear Francesc Antich, tachó de «irresponsable y falso» lo que José María Aznar dijo ayer en León —que «España está en la bancarrota»— y se preguntó si cree que esa es «forma de reclamar confianza» para este país.