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Terol se corona ante su parroquia

Tras ocho años de duro batallar, el español se proclama campeón con un podio en su casa

TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Era ahora o nunca. Soñó toda la vida con emular a Pedrosa, al que vio celebrar su título de 125 en 2003. «Yo quiero ser como él», se dijo Terol (Alcoy, 23 años). Le encantaba Dani por su facilidad para escaparse. Nico tenía entonces quince años. Llevaba cuatro luchando por hacerse un hueco en un mundo que exige riesgos económicos de la familia. Comenzó una andadura difícil. Cinco años después tuvo que volver con Jorge Martínez Aspar para aspirar al número uno. Y en su segundo intento ha conseguido el fin que justificará su vida. Siempre sufriendo. Hasta la última carrera no tuvo asegurada la corona. Ayer, en el circuito donde dio sus primeras vueltas, alcanzó por fin la gloria.

Aspar y su piloto temían la lluvia. El alicantino nunca ha rendido bajo el agua. Tenía veinte puntos de diferencia sobre Zarco y solo debía sumar cinco si el francés ganaba, pero había preocupación por la posibilidad de perderlo todo en cualquier incidente. El campeón lo decía por experiencia. Era él último gran premio y muchos pilotos arriesgan al máximo para obtener el triunfo. Su miedo se tradujo en realidad. Dos rivales le tocaron y estuvieron a punto de tirarle en los primeros minutos.

Aceleró para evitar choques

Aceleró para evitar los cuellos de botella en las curvas. Toda la tensión desapareció cuando Zarco quemó sus naves al caerse en su intento por cazar a Faubel, que rodaba escapado. El fracaso de Johann supuso la relajación absoluta de Terol, de Aspar y de toda la escudería. Los abrazos dominaron el box en plena carrera.

Liberado mentalmente, el alcoyano pasó al ataque. Maverick Viñales ya había adelantado a Faubel y se fugaba camino de su cuarto himno de la temporada. Visto el panorama, Nico apretó en busca de una victoria en el día de su coronación. Se acercó al pupilo de Ricard Jové. No pudo ser. Viñales puso la directa. Se mereció este segundo triunfo consecutivo, después del alcanzado en Malasia. Consiguió el doblete con 16 años, 9 meses y 6 días. Es una plusmarca del Mundial.

El campeón se contentó con el segundo puesto, que decoraba su coronación con un podio final en Cheste. Los setenta y cinco mil espectadores le jalearon en su vuelta de honor. «Nicogas» portaba la bandera española. Cuando aparcó en el «paddock» de los elegidos, descargó toda la tensión. Salió el carácter que lleva dentro. Ese que esconde bajo la sonrisa ingenua de un joven que es feliz con lo que hace. «Me merecía ser el campeón más que nadie, no podía perderlo por un infortunio».

Las tracas valencianas estallaron en honor a su paisano. Había alcanzado el número uno en su casa. En esa cuna de campeones del circuito valenciano. Los aficionados le llevaron a hombros en un espectáculo de moros y cristianos, genuino de Alcoy. Ha ganado él, Nicolás, que estuvo a punto de retirarse después de sufrir tanto en Derbi. Hoy recibe la recompensa a su entrega incansable. El 6 de noviembre es el día más importante de su vida. Romualdo, su padre, se dedicó en cuerpo y alma durante dieciocho años para que así fuera. Hoy comienza a trabajar para triunfar en Moto2.

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