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«Sufrimos el imperialismo económico alemán»

«Papandreu jugó con el referéndum y el espectro del golpe de Estado para mantenerse en el poder», asegura Vasilis Mulópulos, diputado griego

a. g. f

«Debo confesar que, dentro de nuestra tragedia, los griegos estamos ahora contentos porque después de dos años durísimos en los que se nos ha insultado ahora resulta que Grecia no es un caso aislado. Es solo el anillo más débil de una cadena infernal en la que también se incluyó a Irlanda, Portugal, ahora Italia está a un paso y podría suceder a España». Con estas palabras nos recibe en el Parlamento el diputado Vasilis Mulópulos, de la coalición de izquierdas Syriza. En sus primeras frases deja ya traslucir cierta animadversión hacia Alemania, porque de ese país han salido durante la crisis los peores estereotipos en particular hacia Grecia, cuando la canciller llamó vagos a los pueblos del sur.

—Supongo que no es casual que evoque indirectamente a Merkel, por su frase infeliz: «Esos vagos del sur».

—Estamos sometidos los griegos, y en general los países del sur, a una política del imperialismo económico alemán. Antes de entrar en el euro, muchos de los coches griegos eran FIAT, o incluso SEAT. Tras el euro, ahora la mayoría son Golf, Audi o Mercedes, y en las casas frigoríficos alemanes. Este cambio es debido a que al no tener una economía competitiva, fuimos colonizados por una economía mucho más desarrollada como la alemana.

—¿Por qué Papandreu sorprendió con la propuesta de un referéndum que luego retiró?

—Fue un juego diabólico, una apuesta que hizo para seguir en el poder, pero la perdió. Papandreu ha sido un político a la carta: ha hecho un trabajo duro, sucio, ahora tiene que marcharse. Dejará el cargo desacrediado y con su partido socialista, el Pasock, hundido y dividido.

—¿Formó parte del juego de Papandreu el cambio de cúpula militar?

—Sí. Con el cambio de los tres altos jefes militares dejó en el aire el espectro del golpe de Estado de los Coroneles, de 1967, para atemorizar, como insinuando a la gente que las cosas están mal y que deben ser buenos, porque si no se puede llegar a soluciones peligrosas.

—La gente en la calle parece harta de la clase política y les alientan que se unan para salvar al país.

—Sí, hay un fuerte rechazo al sistema político, lo cual es peligroso.

—¿Cuál es la solución a la crisis griega?

—No debemos salir de la eurozona. Pero los pueblos del sur no podemos ni debemos pagar esta impresionante deuda.

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