Hazte premium Hazte premium

suplemento empresa

La última ocurrencia de Sebastián en el verde valle de Rubalcaba

Los ideólogos energéticos del PSOE luchan contra el ministro de Industria para abortar antes del 20-N el nuevo decreto regulador que recorta un 40% las primas al sector eólico

La última ocurrencia de Sebastián en el verde valle de Rubalcaba jaime garcía

josé antonio navas

Sebastián me lo dio y Sebastián me lo quitó, pero el ministro de Industria, genio y figura hasta la sepultura política, no será ungido con la bendición de esos empresarios atrapados en el panal de rica miel de las llamadas energías verdes. El mantra del progresismo ilustrado, desde Obama a Zapatero pasando por Rubalcaba , está a punto de ser aniquilado de un plumazo en España mediante la aprobación exprés de un real decreto demoledor para un sector de actividad que da empleo a 35.000 personas, cerca de la mitad de camino ahora a las oficinas del INEM.

Al igual que ocurriera hace un mes con el caso Sacyr y su pacto con los mexicanos de Pemex, el Ministerio de Industria se ha empeñado en utilizar a la Comisión Nacional de la Energía del amigo Alberto Lafuente como brazo ejecutor de una estrategia acelerada para acabar con el régimen especial de energías renovables antes del próximo 20-N. Sebastián actúa como un lobo estepario dentro del Gobierno, sin encomendarse al presidente ni al candidato socialista, con la única misión de salvar la cara ante esos ilustres visitantes de Palacio que vienen aporreando a su puerta desde los viejos tiempos de zar económico en La Moncloa.

La sociedad cortesana que domina y contamina las relaciones de poder entre lo público y lo privado se ha revelado con especial virulencia desde la llegada de Sebastián al Gobierno socialista. Al margen de otras tareas propias de su condición, el doctor de Minnesota ha empleado el cargo para ponerse al frente de esa manifestación de cuello blanco en la que siempre aparecen algunos de los grandes prebostes económicos del país. El ministro ha eclipsado la labor de Javier Vallés como sucesor en la Oficina Económica del Presidente y ha hecho de su Ministerio una especie de confesionario particular en el que los más conspicuos empresarios han podido desahogar las penas sin purgar las culpas. No es de extrañar que Mariano Rajoy se esté pensando seriamente si en el más reducido organigrama de la Administración del Estado que prepara el Partido Popular es necesario mantener vivo un departamento de Industria donde el regulador suele sucumbir al embrujo de los regulados.

En el caso de Sebastián, su nivel de empatía se ha situado siempre en términos directamente proporcionales con la influencia social y capacidad financiera de sus interlocutores. El ministro ha sabido además regar la ruleta sin arriesgar en la apuesta y por eso se empleó con el mismo esmero ante Ignacio Galán y Florentino Pérez cuando reclamó de uno y otro su inestimable colaboración para encontrar un técnico capaz de sustituir a Pedro Marín en la complicada Secretaría de Estado de Energía. Los dos acérrimos rivales respondieron con diligencia compitiendo, cada uno por su lado, como improvisados head hunters en la búsqueda de alguien que estuviera dispuesto a sentarse en esa silla eléctrica durante un año escaso y con las manos convenientemente atadas. Al final, el presidente de Iberdrola doblegó a su antagonista de ACS con el fichaje de Fabrizio Hernández , que llegó al Ministerio de Industria marcado por ese sambenito que todavía le adorna como antiguo asesor y recomendado de Galán.

Las susceptibilidades dentro del mercado energético se han venido generando de forma larvada en los últimos meses pero ahora se han reproducido todas juntas con motivo del nuevo marco regulador del sector eólico. A la niña bonita de las denominadas tecnologías limpias quieren pintarle la cara porque las grandes empresas necesitan sacar adelante sus ciclos combinados de gas y los célebres molinetes que pueblan la geografía nacional se han convertido en un enemigo demasiado peligroso. Es cierto que el régimen de subvenciones a las renovables costará este año 7.000 millones de euros y que el agujero del déficit de tarifa cerrará el ejercicio con cerca de 22.000 millones, pero ni tanto ni tan calvo porque la normativa del Gobierno supone un hachazo del 40% en la retribución de los proyectos eólicos con un sistema variable de primas que no permite conocer de un año para otro los ingresos de los futuros parques. La consecuencia será la falta absoluta de financiación que expulsará a los pequeños promotores del mercado y provocará de hecho una moratoria en todo este segmento actividad.

Es la última ocurrencia de Sebastián, que ha pillado a contrapelo incluso a los propios responsables del programa socialista. Cristina Narbona , Jaime González y demás ideólogos medioambientales de Ferraz no dan crédito a la intentona del ministro y están dispuestos a hacer lo imposible para evitar que la normativa vea la luz antes de las elecciones. El nuevo decreto es, desde luego, un «marrón» para Rubalcaba que tampoco goza ahora de mucha prosa con Zapatero. Menos mal que todavía queda algún verso suelto para golpear en la conciencia del presidente y recordarle su pasado como primer ecologista del Reino. Verde, que te quiero verde.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación