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Los retratos de Pepe Castro: Amalio Sánchez-Dehesa

Los retratos de Pepe Castro: Amalio Sánchez-Dehesa PEPE CASTRO

POR MARÍA JOsé MUÑOZ

Amalio Sánchez-Dehesa. 71 años. Médico especialista en Ginecología y Obstetricia. Natural de Manzaneque (Toledo). Mira al objetivo como observa al recién nacido que acaba de sacar del vientre materno después de un largo parto, qué majo señora, es un niño, enhorabuena, cómo se encuentra usted; con la mirada extasiada de quien saluda el advenimiento de la vida entre sangre, placenta y sudor.

PEPE CASTRO

Posa con chaqueta y camisa en ademán descuidado, atuendo de ginecólogo ya sin bata blanca que se marcha a casa después de la guardia nocturna y en el último minuto decide pasarse por la habitación de la mujer recién parida. Porque quiere saber cómo le va, cómo sigue esa caliente y palpitante vida alumbrada horas antes bajo la luz fría del quirófano.

Su cabeza, ya casi despoblada del cabello rubio que heredó de su madre, alarga una frente coronada de dos cejas asombradas. Los ojos claros, dulces e intensos, custodian una nariz redondeada en la punta que confiere simpatía al rostro que se despliega en sonrisa. Don Amalio, como todos le llaman, es el ginecólogo por excelencia, el de toda la vida, en el que confían las mujeres. Miles y miles de ellas le han abierto su más profunda intimidad, porque la última técnica ginecológica es inútil cuando la experiencia y el instinto mandan. Éste viene de pie.

Auque en un principio quiso estudiar Historia, al final se decidió por la Medicina, quizá porque hubo un tiempo en que su padre, que ejercía de practicante, atendió muchos partos, y eso a él le dio que pensar. Pero antes, con solo seis años, era el rey de los pájaros allá en su pueblo, y se doctoró en nidos, a los que se asomaba extasiado con los mismos ojos con los que posa en el estudio del fotógrafo, pero subido a los árboles.

Un eminente ginecólogo, José Botella Llusiá, fue su maestro en la facultad y luego amigo de vivencias toledanas, y encontró el amor junto a una guapa ATS en el Gregorio Marañón. Entre partos, histerectomías, fecundaciones in vitro o anestesia epidural, —de la que es ferviente partidario—, pasó la vida. En sus ratos libres, le gusta conversar con los obreros que frecuentan el bar de la esquina. Quién mejor que él para hablar de la vida.

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