Hazte premium Hazte premium

La tormenta perfecta ahoga al Villarreal

Otra exhibición de fútbol del Real Madrid, que dejó sentenciado el partido en una de las mejores primeras partes de toda la temporada

JOSÉ MANUEL CUÉLLAR

Hace mucho, pero mucho que no se veía una cosa igual. Ni los más viejos del lugar recordaban una exhibición similar. El Madrid hizo una primera parte espectacular, de auténtico escándalo, uno de los mejores 45 minutos de los últimos tiempos. Fue un bello pergamino repleto de letras doradas, una lección de fútbol en todos los aspectos: toque, contra mortal, desmarques, defensa y, sobre todo, una presión como no se veía desde los tiempos de Baresi y compañía.

El Villarreal no está para trotes similares, ni siquiera para pasitos nimios. Se le han ido Capdevila y Cazorla, Marchena y Nilmar están lesionados y gente como Senna, suplente ayer, Borja Valero o Cani no pasan por su mejor momento. Así que fue ver venir esa avalancha blanca y los pobres se escondieron lo mejor que pudieron, que fue malamente. Daba hasta angustia ver los problemas que tenían incluso para salir del área propia. El Madrid, con un hambre desmesurada, se los comió literalmente, y no con uno o dos, pues hasta tres sombras blancas se abalanzaban como fieras a por el poseedor del balón, sin apenas un respiro, sin tiempo para un mínimo suspiro, para tomar aire, para poder vivir aunque fuera una fracción de segundo. Era estresante verles así, asfixiados, ahogados, con la bolsa en la cabeza y el cinturón apretándoles el cuello más y más.

En diez minutos, el equipo de Mou (excelente trabajo táctico el suyo) había liquidado el partido. Otra asistencia de Di María, la sexta, dejó a Benzema listo para apuntillar al bueno de Diego López. A los diez Kaká, de un zurdazo impecable, sentenciaba el partido. Y el Villarreal aún buscaba el esférico, pero lo único redondo que se encontró fue el puño en la mandíbula. K.O. sin remedio, para la cuenta de cien.

Una hermosa contra

Lo bueno del Madrid no fue solo la excelente presión realizada, sino que dominó todos los registros y mecanismos del juego. Se movió a la perfección con el rival encerrado, con el contrario adelantado, ante la presión (tímida, eso sí) del Villarreal y, sobre todo, lanzó contragolpes demoledores, sin parangón posible. A la media hora realizó uno de las más hermosos y precisos realizados en los últimos tiempos: sacó el balón Kaká con una zancada impecable, limpio el esférico por delante mientras todos salían como flechas, balón a Benzema y pase al hueco para la llegada letal de Di María. Tres pases, cinco segundos, un golazo. El conjunto de valenciano ya estaba en el suelo, que ni levantarse quería. Intentó algún gesto heroico, un zarpazo aislado, pero hasta Casillas respondió con la jerarquía y solvencia que le caracteriza. Una exhibición, una tormenta perfecta que se llevó por delante a los de Juan Carlos Garrido en un santiamén.

La segunda parte se jugó con el guión previsto. El técnico castellonense dio un toque de atención a los suyos: al menos, algo de agresividad, solo que como el Villarreal es un equipo dulce y sereno, de manejo de balón, cuando se puso a repartir se le notó mucho. Al menos, frenó el alud madridista, más que nada porque todo estaba ya hecho y no era cosa de jugarse la canilla así como así, por una tontería

Por eso el choque se quedó, como en Málaga, en la nada. Para resguardarse, unos del chaparrón, y los otros del garrote, por si las moscas.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación