Muere Laura Pollán, la tenaz líder de las Damas de Blanco

La disidencia interna cubana ha perdido a una de sus figuras más respetadas y tenaces. Laura Pollán, una de las fundadoras de las Damas de Blanco, murió el viernes a las 19.50 (1.50 hora peninsular) a los 63 años. Sufrió un paro cardiaco después de permanecer una semana hospitalizada en estado «muy grave» por complicaciones respiratorias.

Los opositores estaban ayer desolados y desde cualquier parte de la isla intentaban llegar a La Habana, pese a los impedimentos de la dictadura de los Castro.

Esta profesora de Literatura nacida en Manzanillo (Granma, 1948) dejó las aulas poco después de que el régimen comunista lanzara la redada represiva contra la oposición conocida como la Primavera Negra, en la que cayó preso su esposo, Héctor Maseda. Las mujeres familiares de estos 75 prisioneros de conciencia organizaron de forma espontánea este movimiento que en 2005 recibió el premio Sájarov del Parlamento Europeo. Desde marzo de 2003 se reúnen cada domingo en la iglesia habanera de Santa Rita. Vestidas de blanco y con un gladiolo en la mano como única arma. Como lo harán hoy en su memoria (en Madrid, el día 19 en la iglesia del Espíritu Santo).

Después de casi ocho de cárcel, Laura pudo por fin ver libre a su esposo el pasado 12 de febrero. Uno de los últimos excarcelados del «Grupo de los 75». Sin embargo, no ha visto cumplidos otros sueños de las Damas de Blanco, como la liberación de todos los presos políticos, el respeto a los derechos humanos o la llegada de la democracia a Cuba.

Berta Soler, mano derecha de Laura Pollán y su previsible sucesora, se mostró ayer «consternada» y dispuesta a «continuar la lucha por lo que ella tanto anhelaba». En el momento de esta conversación parte de las cenizas de Laura estaban camino de Manzanillo. El resto será dispersado en un campo de flores.

Frágil de salud, Laura Pollán sufrió especialmente este verano el acoso del régimen. El 8 de septiembre fue «detenida y arrastrada» junto al santuario del Cobre de Santiago. El día 24 soportó un nuevo «acto de repudio» junto a su casa, centro de reunión. El dengue, un virus respiratorio y la diabetes hicieron el resto.