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Padilla, de panadero a héroe en los ruedos

La enorme vitalidad del diestro jerezano le está ayudando a superar la grave cogida que sufrió en Zaragoza

Padilla, de panadero a héroe en los ruedos CORDON PRESS

FERNANDO CARRASCO

La tremenda cornada recibida por Juan José Padilla el pasado 7 de octubre en la plaza de toros de Zaragoza ha venido a ratificar, por si hacía falta, la gran verdad que es el toreo. Desgraciadamente, el diestro jerezano conoce a la perfección, en sus propias carnes, esta grandeza que conlleva el lado más amargo de una profesión a la que se ha entregado prácticamente desde que tenía uso de razón.

Nacido el 23 de mayo de 1973, Juan José Padilla es el tercero de los siete hijos —cuatro chicas y tres chicos— que tuvo el matrimonio conformado por José Padilla y Ana Bernal. El ambiente taurino ha estado siempre instalado en el seno de la familia. No en vano, su padre probó fortuna como novillero sin caballos. Y los hermanos del diestro, Jaime y Óscar, también han seguido los pasos en el toreo, si bien ellos como banderilleros. Jaime torea actualmente a las órdenes de Daniel Luque, mientras que Óscar, que ha estado durante seis años en la cuadrilla de David Fandila «El Fandi», está ahora mismo libre. Su padre trabajaba en una conocida panadería de la ciudad gaditana y el propio Juan José, como sus hermanos, ayudaba en lo que podía, incluso repartiendo pan. De ahí que cuando daba sus primeros pasos en el mundo del toro sus compañeros de aventuras y andanzas le llamasen «panaderito».

Se inscribió en la Escuela Taurina de Cádiz y ahí conoció a Rafael Ortega, quien fue para el joven Padilla un espejo en el que mirarse y del que aprendió los secretos de esta profesión al igual que hiciera, años atrás, su otro maestro, Francisco Ruiz Miguel.

Con 16 años vistió por vez primera el traje de luces. Lo hizo el 7 de agosto de 1989 en Castilleja. Ese mismo año, el 17 de septiembre, debutó con caballos en su tierra natal. Y a partir de ahí comenzó a comprobar la dureza de una profesión a la que se ha entregado desde el primer día.

No lo ha tenido fácil Juan José Padilla. Pero al igual que en los ruedos, ha sido un ciclón —«El Ciclón de Jerez» le llaman cariñosamente los aficionados de este rincón gaditano— que ha sabido desenvolverse y alcanzar cotas que pocos consiguen. Tomó la alternativa en la plaza de toros de Algeciras con 21 años recién cumplidos. Pedro Castillo fue el padrino, y Carlos Collado «El Niño de la Taurina» —quien precisamente perdió hace años también la visión en un ojo al recibir el palotazo de una banderilla— el testigo.

Ese fue el comienzo de una carrera dura, muy dura, labrada desde entonces entre astifinos pitones de las ganaderías que casi nadie, por no escribir nadie, quiere matar: Miura, Victorino Martín, Pablo Romero, Cuadri, Cebada Gago, Palha, Murteira Grave... hierros que solo de verlos anunciados causan pavor. Pero a Juan José, vestido siempre de armadura y oro, le han servido para tener lo que se ha ganado a base de esfuerzos descomunales.

Padre de dos niños

Y esa vitalidad la ha sabido trasladar a su vida privada. Casado con Lidia Cabello, es padre de dos niños, Paloma y Martín —de siete y cinco años, respectivamente—, sus auténticos triunfos. Desde hace años reside en Sanlúcar de Barrameda, muy cerca de su Jerez de la Frontera, donde tiene su cuartel de invierno y donde el sol y el mar hacen que reviva cada mañana.

Es creyente y a Dios se ha encomendado en este trance tan doloroso en su vida. Pero Juan José Padilla, que ya sabe lo que es sortear a la muerte vestido de luces, vuelve a ser de nuevo ese ciclón que arrasa en las plazas. Su vitalidad y su fuerza de voluntad también van a vencer este duro, durísimo percance.

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