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ESTUDIO DE LA UA

En busca de «cabezas de gato» para condicionar las leyes urbanísticas

La Universidad de Alicante cataloga 30.000 ejemplares de una planta autóctona de la provincia con el objetivo de que se declare «en peligro» y pueda frenar la construcción de nuevas viviendas

Una especie vegetal peculiar del litoral alicantino, amenazada por la presión urbanística, lleva siendo objeto de un minucioso estudio por parte de la Universidad de Alicante, que desde hace cinco años está cartografiando al detalle su distribución y recontando uno a uno sus ejemplares. El objetivo de este proyecto de investigación es servir de base a disposiciones legales para la protección de los terrenos donde habita.

Esta planta mediterránea es conocida comúnmente como jarilla de cabeza de gato y científicamente como "Helianthemum caput-felis". Debe su nombre común a que sus capullos semejan una cabecita de gato, con orejas incluidas. Sus matas, de flores amarillas, crecen en una estrecha franja contigua al mar a lo largo del litoral de la provincia, explica Ascensión Padilla Blanco, profesora de Geografía Física de la UA y directora del grupo de investigación MEDSPAI, integrado en el Instituto de la Biodiversidad de la Universidad de Alicante. Lo hace en áreas aisladas, porque tiene preferencia por el tipo de suelo que se da en zonas de acantilados y, sobre todo, porque la presión urbanizadora acosa su hábitat.

En la península ibérica sólo puede encontrarse en la provincia de Alicante, entre la costa de Orihuela y cerca del límite con la de Valencia. También se halla en las Baleares. Fuera de España se encuentra en el sur de Italia y el de Cerdeña. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, esta especie vegetal está catalogada como vulnerable. "Con este proyecto intentamos que sea elevada a `en peligro´, debido a que en los últimos 50 o 60 años se ha estimado que el área de distribución de la población se ha reducido a la mitad dentro de la provincia de Alicante", señala Ascensión Padilla. Actualmente los investigadores de la UA llevan contados y ubicados unos 30.000 ejemplares.

El minucioso trabajo de cartografiar la distribución de sus pequeños arbustos combina el método tradicional del trabajo de campo con las modernas tecnologías de un GPS de especial precisión, con error de decímetros, incluso de centímetros. Una vez localizados los matorrales o los ejemplares aislados, se señalizan individualmente y se incorporan sus coordenadas al mapa que los investigadores están elaborando.

El objetivo es elevar sus conclusiones a la Consellería correspondiente, determinando los lugares conde vive esta planta para trasladar los datos a la planificación urbanística y los estudios de impacto ambiental, ampliando la protección de que ya goza en determinadas microrreservas. Recuerda la profesora Padilla que hace años, y de forma fortuita, supieron que el planeamiento de urbanización en Cala de la Mosca, en Orihuela, afectaba a unos matorrales de cabeza de gato, lo que permitió que el promotor variara los puntos verdes del proyecto. En otros lugares, sin embargo, los investigadores han podido comprobar con las edificaciones llega a entrar prácticamente en contacto directo con las matas, a pesar de la señalización y los carteles de aviso de las microreservas que ya hay establecidas. La extensión de estas microrreservas suele ser de cinco a diez hectáreas, aunque las hay por debajo de la hectárea. Los mapas de esta planta, sin embargo, permitirá el control urbanístico más efectivo de las amenazas a la población de este especie vegetal.

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