«Los banqueros se han dado cuenta de que no son dioses»
El arquitecto británico Richard Rogers recogió el viernes el Premio Gabarrón de Artes Plásticas en reconocimiento a una trayectoria que va más allá la estricta disciplina técnica
FÉLIX IGLESIAS
—Su trabajo se caracteriza por trabajar en diferentes disciplinas como el arte, la sociología, el urbanismo...
—Es inevitable trabajar con diferentes disciplinas, pues en la arquitectura tiene un impacto muy importante en los ciudadanos, por lo que hay que ser especialmente cuidadoso con ... que el producto final sea respetuoso con el ser humano, con el medio ambiente, que mejore la vida de los ciudadanos. Nuestro estudio es un ejemplo de la vinculación con profesionales de diferentes disciplinas. Es indiscutible que cada vez es más importante la interrelación con especialistas de diversos campos. Es más, uno de los ingredientes imprescindibles e ineludibles en el proceso para el desarrollo de cualquier proyecto, en este caso arquitectónico, es el cliente, sea individual, institucional o colectivo. El cliente, es decir la ciudadanía, forma parte de la filosofía del estudio.
—Esa importancia del cliente de los proyectos es uno de los principios de filosofía como arquitecto y de su compromiso político progresista.
—Es inevitable, porque lo habitual es que el cliente sea la ciudad. Eso supone una gran responsabilidad social por parte de nosotros, lo que implica que hay que tener una visión muy amplia de lo que se necesita y que haya comunicación entre todos los actores implicados en el proceso a desarrollar y en el uso final del mismo. Esta filosofía se traslada al estudio, pues el estudio no es propiedad mía, sino que se trabaja en él de forma colectiva.
—El concepto de la arquitectura como elemento de vertebración social, de amortiguamiento de las desigualdades socio-económicas, como ya propuso el movimiento Bauhaus por poner un ejemplo popular, en muchas ocasiones acabó siendo instrumento de regímenes dictatoriales para crear guetos en ciudades planificadas como cuarteles, por no hablar de las imposiciones de mercado.
—Aquí entramos en una problemática muy compleja donde intervienen desde componentes políticos a culturales. Además, cuando se trata de proyectos relacionadas con la vivienda, la complejidad se dispara, pues hay que responder a problemas sociológicos, urbanísticos y hasta psicológicos de lo que significa una ciudad para los seres humanos. En resumidas cuentas, la arquitectura no es un elemento aislado, pues muchas veces se le exige la materialización de las expectativas de otros sectores. En el estudio trabajamos con esa idea de interrelación, como ya le he comentado. Por todo ello, el premio que me ha concedido la Fundación Cristóbal Gabarrón en el apartado de Artes Plásticas es muy significativo y apreciado por mí, porque resalta la necesidad de que la arquitectura no puede hacerse sólo en el estudio.
—Usted destacó hace unos años el renacimiento arquitectónico de España. ¿Cree que el estallido de la burbuja inmobiliaria va suponer una pérdida de talentos o una oportunidad para nuevos caminos?
—De entrada la crisis, que es global, ha servido para que los banqueros se hayan dado cuenta de que no son dioses como ellos creían. Ahora estamos en un punto de inflexión, pero lo cierto es que la crisis afecta de diferentes maneras, pues mientras que en España hay un exceso de viviendas en otros paises es lo contrario. No sólo se trata de una crisis financiera, sino también política, global en todo el mundo. Los políticos tienen una grave responsabilidad y deben pensar por encima de todo en los ciudadanos y no en grupos de interés. Por encima del dinero están los empleos, que son los que generan riqueza. Además, las soluciones deben ser también culturales. Ahí tenemos los «indignados», que ya están en Estados Unidos.
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