Los Premios Gabarrón cumplen diez años «inculcando el amor al género humano»

Uno a uno fueron apareciendo en el escenario del Teatro Calderón los nueve galardonados —algunos lo hicieron de forma virtual—, valedores de unos premios que inculcan «el amor al género humano y la fe en él», destacó su alcalde, Javier León de la Riva, quien puso el punto y final a la gala. Antes, el presidente de la Fundación, Cris Gabarrón, recordó el largo camino recorrido, no sin dificultades, por unos galardones que nacieron «desde la humildad y el empuje que hacen que las personas afronten con determinación los desafíos de sus ideales». Asimismo, recordó la «universalidad» y vocación de los galardones por «identificar y promover la excelencia que proporcionan los mejores ejemplos en los distintos campos en la actividad humana». Así concluía una gala que comenzaba con la proyección de un vídeo conmemorativo donde unos cubos diseñados por el artista crecían en una ciudad virtual llena de excelencia en los valores que ayer representaban cada uno de los premiados. El primero en subir al escenario fue Richard Rogers (Artes Plásticas), quien recordó su vinculación con España a través de obras como la terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. El arquitecto británico coincidió con Sthepháne Pennec (Premio Restauración y Conservación) en agradecer la existencia de unos premios que ponen en valor la cultura.

El recibimiento más caluroso de la noche fue para José Mercé (Artes Escénicas)—«si cantar flamenco es pecado él tendría que estar en el infierno», señaló el periodista Fernando Ónega, conductor de la gala junto a la también periodista Olga Viza—. Visiblemente emocionado, el artista celebró que el premio haya hecho «justicia con nuestra cultura, que es el flamenco», y dedicó el galardón a su «compañero del alma», el guitarrista «Moraíto Chico», recientemente fallecido. Desde Valencia —sus obligaciones como cirujano le impidieron estar en la capital del Pisuerga— Pedro Cavadas (Ciencia e Investigación) deseó —a través de un vídeo—que algún día «ocuparse de la gente deje de ser digno de premio porque eso significará que se ha convertido en cotidiano».

Tras la presidenta del Maratón de Nueva York (Deportes), Mary Wittenberg, quien valoró los beneficios del deporte, «un lenguaje universal compartido por todos los pueblos», subió al escenario el economista Eric S. Maskin, quien reconoció en los galardones el valor de hacer al público consciente de los importantes «logros» conseguidos por trayectorias ejemplares. Uno de los discursos más elocuentes fue el pronunciado por Azar Nafisi (Pensamiento y Humanidades), cuyas palabras se convirtieron en un alegato en defensa de la «república de la imaginación» en estos tiempos de crisis «no sólo económica y política». La profesora y escritoria compartió su premio con sus antiguos alumnos de Irán, «hombres valientes que están luchando por el cambio» y recordó cómo de la mano de «dorados embajadores» tales como los españoles Cervantes, Velazquez, Goya, Picasso o Miguel Delibes pudieron «abrieron sus puertas a la imaginación».

Por su parte, Carlos Fuentes (Letras), quien tampoco estuvo presente, elogió en un vídeo la figura del Rey Don Juan Carlos como personaje fundamental para unir lazos entre España e Iberoamérica, una fraternidad que ha servido, en sus palabras, para que países como México, el suyo, sea hoy una gran y «creciente» potencia cultural. «Al asumir el español como lengua indígena México ha producido una gran literatura», dijo quien desde ayer escribe una nueva página de honor en el elenco de los premiados.

Uno a uno fueron apareciendo en el escenario del Teatro Calderón de Valladolid los nueve galardonados, valedores de unos premios que inculcan «el amor al género humano y la fe en él», destacó su alcalde, Javier León de la Riva, y que —añadió Cris Gabarrón, presidente de la Fundación, pretenden «identificar y promover la excelencia». Tras Richard Rogers (Artes Plásticas), y Sthepháne Pennec (Restauración y Conservación) el recibimiento más caluroso fue para José Mercé (Artes Escénicas). El artista dedicó emocionado el galardón a su «compañero del alma», el guitarrista «Moraíto chico», recientemente fallecido. Desde Valencia, Pedro Cavadas (Ciencia), deseó que algún día «ocuparse de la gente deje de ser digno de premio porque eso significará que se ha convertido en cotidiano». Tras la presidenta del Maratón de Nueva York (Deportes), Mary Wittenberg, Eric S. Maskin, reconoció en los premios el valor de hacer al público consciente de los importantes «logros» conseguidos.

Uno de los discursos más elocuentes fue el pronunciado por Azar Nafisi (Pensamiento y Humanidades), cuyo discurso se convirtió en un alegato en defensa de la «república de la imaginación». La profesora compartió su premio con sus antiguos alumnos de Irán, «hombres valientes que están luchando por el cambio» y recordó como de la mano de «dorados embajadores» como Cervantes, Velazquez, Goya, Picasso o Miguel Delibes pudieron «abrieron sus puertas a la imaginación».

Por su parte, Carlos Fuentes, elogió la figura del Rey Don Juan Carlos como figura fundamental para unir lazos entre España e Iberoamérica, una fraternidad que ha servido, en sus palabras, para que países como México —el suyo— sea hoy una gran y creciente potencia cultural. Su compatriota Ernesto Zedillo (Trayectoria Humana) invitó a los jóvenes «escépticos» a creer en la política practicada para servir a la gente