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«Si dices la verdad, te matan»

Las informaciones que publicaba Elizabeth Macías no agradaban a los narcos. Por eso, la decapitaron y exhibieron su cadáver. Un suceso habitual en México, el país más peligroso para ejercer el periodismo

«Si dices la verdad, te matan» AFP

MANUEL M. CASCANTE

Mike O'Connor, portavoz en México del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), no lo puede decir más claro: «No hay periodismo confiable desde hace tiempo. Los reporteros afirman que si dices la verdad te matan». Más allá de las cifras (diez asesinados este año y otros ochenta desde el año 2000), el crimen organizado lleva camino de certificar la defunción del periodismo en México. Singularmente, en los medios de provincias, los más castigados por la violencia del narcotráfico y sometidos a una ley del silencio impuesta por los cárteles o por el propio instinto de supervivencia, a través de la autocensura.

Así, México es la nación más peligrosa para ejercer este oficio de toda América, sostiene el relator especial de la ONU para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión, Frank La Rue. El director del Instituto Internacional de Prensa, Alison McKenzie, va más allá y sitúa al país como el más peligroso del mundo para el «cuarto poder», por delante de Irak y Pakistán. Las obligaciones ofrecidas por el Ejecutivo que preside Felipe Calderón no han pasado, hasta el momento, de las buenas intenciones. «El problema no es que asuma compromisos, sino que los pueda cumplir», señala Carlos Lauria, coordinador para las Américas del CPJ.

Avanza la autocensura

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) achaca al Gobierno la falta de «voluntad política necesaria» para frenar la violencia. Su presidente, Gonzalo Marroquín, recordaba estos días «el incumplimiento de las promesas de Calderón, quien hace un año nos aseguró en una reunión que redoblaría esfuerzos para garantizar la seguridad de los reporteros y reimpulsaría una reforma para que los crímenes contra periodistas fueran tratados como delito federal. La falta de acción y garantías ha generado una evidente cultura de autocensura que está carcomiendo la actividad periodística y el derecho del público a ser informado».

Según Reporteros Sin Fronteras, «no se vislumbra ninguna salida al terror, mientras el país se hunde en una guerra total, en la que tan solo escribir las palabras “tráfico” o “narcos” puede costar la vida. ¿Qué quedará de la libertad de información mientras duren la barbarie y la impunidad? La comunidad internacional debe exigir a las autoridades mexicanas que rindan cuentas regularmente del estado de la lucha contra la impunidad».

No es extraño, pues, que muchos informadores decidan tirar la toalla y poner tierra de por medio. Por ejemplo, Rafael Pineda, caricaturista conocido como Rapé, colaborador de varias revistas y del diario «Milenio» y uno de los promotores de la campaña «No + Sangre». Rapé anunciaba la pasada semana, a través de su cuenta en Twitter, que abandonaba el estado de Veracruz por razones de seguridad. Este exilio se suma al de una quincena de colegas en los últimos dos meses.

La violencia no se ciñe exclusivamente a los periodistas tradicionales, sino que la guerra del narcotráfico se libra también en la red. Internet se ha convertido en canal de difusión para las torturas, asesinatos y decapitaciones de los sicarios; la web es, también, un canal de denuncia a través de blogs y portales digitales, y las redes sociales suponen hoy un sistema de prevención y alerta ciudadana ante todo tipo de amenazas. Pero el anonimato del mundo virtual no impidió que asesinaran hace una semana a María Elizabeth Macías, quien tras el alias «La Nena de Laredo» señalaba las actividades de los mafiosos en el portal «Nuevo Laredo en vivo», en el estado fronterizo de Tamaulipas, el más inseguro del país.

Aviso a las redes sociales

El cadáver de Macías, quien también trabajaba en el diario «Primera Hora», apareció descuartizado junto al teclado y el ratón de su computadora y un mensaje: «Ok Nuevo Laredo en vivo y redes sociales. Yo soy la nena de Laredo y aquí estoy por mis reportes y los suyos… Para los que no quieren creer, esto me pasó por mis acciones, por confiar en Sedena (Secretaría de Defensa) y Marina… Gracias por su atención… ZZZZ». Los Zetas, que se disputan la plaza con sus rivales del cártel del Golfo, estarían detrás de este macabro asesinato. Ni «Primera hora» ni los periódicos más importantes del estado («El Expreso» y «El Diario», de Ciudad Victoria; «El Bravo», de Matamoros, y «El mañana», de Reynosa) recogieron la noticia. Dos semanas antes, los cuerpos sin vida de un hombre y una mujer fueron colgados de un puente en la misma localidad con advertencias a los colaboradores de «Al rojo vivo» y «El blog del narco», dos portales dedicados a informar sobre las andanzas de los cárteles: «Esto les va a pasar a todos los relajes (aficionados) del internet, pónganse vergas (estén alerta), ya los traigo en corto. Atte: Z».

Carlos Lauria sostiene que «esta ola de violencia sin precedentes está poniendo en peligro los derechos constitucionales de todos los mexicanos a la libertad de expresión y al acceso a la información». Con la prensa local «aterrorizada y silenciada», las redes sociales están llenando el vacío de información. «Como reflejo de esta nueva realidad, los grupos criminales han decidido atacar a los usuarios de internet. La estabilidad de la democracia mexicana dependerá en última instancia de la restauración de la capacidad de los medios para informar sin temor a represalias».

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