Parker: «Felipe II no preparó un plan B, como Bush en Irak»

La conclusión sigue siendo la misma, pero demostrada con apabullantes datos: la novedosa artillería británica que se cargaba en la mitad de tiempo, el mal tiempo y un mando español desmotivado llevaron a una empresa tan ambiciosa al fracaso.

El coautor del libro, el arqueólogo marino Colin Martin, ha investigado diversos pecios de los barcos que naufragaron en el norte de Irlanda cuando huían hacia España rodeando las islas sin agua y sin apenas provisiones. 5.000 murieron ahogados y otros 3.000 a manos de los irlandeses.

Parker se mueve como pez en el agua de la batalla que ha estudiado tantas décadas en archivos ingleses, con los diarios de algunos marinos españoles y una ingente documentación aportada por el equipo del contralmirante Juan Ignacio González-Aller, al que agradece el acceso a toda la documentación disponible de nuestra historia naval, que este ordena en «La batalla de la mar oceana», obra inmensa e imparcial, con 5 nuevos tomos pendientes de publicación.

—¿Quién le hubiera gustado ser?

—¡Uno de los supervivientes!

La inteligencia y el humor de Parker brillaron ayer en la presentación que dejó claro cómo Felipe II acertó y falló de manera regia.

—Acertó en la gran estrategia de pensar que la invasión de Inglaterra era la solución para aplastar el levantamiento en Flandes. ¡Brillante! Pero falló al ponerla en la práctica.

—¿Por qué?

—Porque creía que Dios estaba de su lado sinceramente y obtendría la victoria. Lo dice en sus cartas, que aseguran buen tiempo y éxito para una empresa difícil. Ello le hizo descuidado. Además no se reunía con su estado mayor, como sí hacía Isabel I.

—¿En occidente tenemos aún la tentación de creer que, si no Dios, la razón está de nuestro lado? ¿Ello nos lleva a persistir en planes dudosos como Irak, Afganistán...?

—Con los medios que occidente aplica a la guerra no podemos cambiar de plan, y si piensas que Dios está de tu lado, menos aún. Con tantos recursos como los empleados en la Gran Armada no se podía cambiar a medio viaje. Nuestra riqueza lo hace difícil. Para los zulúes o los mongoles era más sencillo cambiar de rumbo.

—Nos definen los recursos industriales en la guerra. Pero ¿EE.UU. tiene problemas como los de Felipe II?

—Con recursos infinitos se puede preparar cualquier plan. Pero es cierto que Felipe II no tenía un plan B, como le ha sucedido a Bush hijo en Irak. Es necesario hacer al menos dos planes.

—El fracaso de la Armada arraiga en la plenitud del Imperio español, que viene de Lepanto y de conquistar América, Portugal...

—¡Grandes éxitos! Portugal en seis semanas...

—Pero ¿el fracaso arraiga entonces en nuestro sentimiento trágico?

—No estoy del todo de acuerdo. La Armada fracasó (en términos de tenis sería 15-0). Después, Inglaterra fracasó al intentar tomar Lisboa (15-15). Lo que sembró dudas sobre el éxito del Imperio fue el saqueo de Cádiz de 1596. España no había saqueado ni una ciudad inglesa. Allí empezó el desengaño de los españoles consigo mismos, con el Imperio y con los Austrias.

—¿Y qué aprendió Felipe II de este fracaso?

—¡Nada! El Rey creía que sus fracasos eran pruebas que le enviaba Dios. Y pasó el resto de su vida volviéndolo a intentar, obsesivamente.