Un hombre se asoma al veneciano Puente de los Suspiros, saca el torso por una abertura que no existe en la angosta pasarela y en un papel exhibe un nombre que al espectador del siglo XXI no le suena. Una mujer se asoma a una portada llena de colores llamativos, con ropa a la última moda y la belleza de una artista de cine de los años 20. En una aldea famélica, unos niños se acercan a besar la mano de un sacerdote. Un hombre con aires de superhéroe y escoltado por poderosos cañones promete combatir al fascismo. Y no demasiado lejos, en unos trazos que no precisan ver la firma, un guardia civil lleva a su hija muerta en brazos con sobrecogedora firmeza mientras dos vascos con chapela murmuran algo sobre campañas de intoxicación sin el más mínimo gesto de piedad.
Son los lápices, los puntos de vista, los valores y los temas que caben en más de un siglo de vida y todos están casi a un golpe de vista porque todos tienen un hilo común: el del periodismo de ABC y Blanco y Negro y su compromiso con el arte y la cultura. Desde ayer se puede visitar en la Sala Vimcorsa la exposición «El efecto iceberg. Dibujo e ilustración españoles entre dos fines de siglo», que hace un extracto del museo ABC de Dibujo, Arte e Ilustración y recorre en casi 400 obras los cambios, evoluciones de todo un país y también de las publicaciones que lo han contado.
La muestra fue inaugurada ayer, en la Sala Vimcorsa, por el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto; el gerente de ABC Andalucía, Álvaro Rodríguez Guitart, y el presidente de la Fundación Caja Rural de Córdoba, Manuel Enríquez. La muestra permanecerá abierta al público hasta el 20 de noviembre.
Con abrir la sensibilidad a la belleza e ingenio de las obras basta para comprenderlas, pero un recorrido por la exposición con la directora del Museo ABC, Inmaculada Corcho, permite apreciar todos los detalles que hacen que convierten a la colección en un tesoro patrimonial incalculable. Comienza por la primera portada de ABC, del 10 de mayo de 1891, un lienzo de gran tamaño de Ángel Díaz Huertas.
Satíricos
La revista estaba entonces dedicaba sobre todo al arte y la cultura, aunque después también se terminaría hablando de sociedad y política. Aquí tiene cabida la firma de Mariano Benlliure o de un Juan Gris que todavía no era cubista, pero también paisajes urbanos e inquietudes sociales. Y no faltaba la sátira, presente en el suplemento «Gedeón», con firmas tan mordaces como las de Xauradó y Sileno.
Como resalta Inmaculada Corcho, la exposición sirve para conocer de primera mano unas obras llenas de sutileza y color que rara vez se veían en la revista por los pobres medios de la tipografía de la época. «Se imprimía en tricomía y en el papel que había», cuenta mientras señala una ilustración donde su autor plateó algunas partes, imposible de pasar a la publicación.
Poco a poco la revista va evolucionando y la mujer pasa a un primer plano. Lo hace en las portadas, que la toman como modelo, pero también con temas que persisten al día de hoy, como la belleza y la moda. Como recuerda la directora, apenas había mujeres en la España de la época que se pareciesen a las que figuraban en las portadas, que reflejaban un modelo norteamericano.
No es una muestra sólo de originales en las paredes, sino también para ahondar al gusto del espectador. Junto a cada área expositiva hay armarios con cajones de los que los visitantes pueden tirar para conocer más obras de sus autores.
El segundo bloque se refiere ya a los años 20 y 30, de notable florecimiento cultural, cuando las dos publicaciones contaban con firmas prestigiosas de la cultura española, como Ramón Gómez de la Serna y sus greguerías. Se publicaba entonces otro suplemento, «Gente menuda», para el público infantil, con la misma vocación cultural. Abundaban los nombres de grandes pintores, como Climent y el portugués Almada Negreiros, que enviaban verdaderas obras de arte para ilustrar Blanco y Negro.
Pero el mundo iba cambiando y eso se percibía en las ilustraciones. El mundo del cine y en concreto del cine negro iban apareciendo en las obras de los años 30. Todo este esplendor se truncó en parte con la Guerra Civil, y no por falta de calidad durante la contienda. ABC de Madrid se tuvo que poner al servicio de la defensa de la República y sus ilustraciones eran reflejo de la resistencia al grito de «No pasarán». Sus dibujos, obra de autores que no pertenecían a la nómina de colaboradores de la casa, no sólo son prosoviéticos en el contenido, sino en la estética, que siguen la senda marcada por la propoganda de la URSS, no exenta de calidad y fuerza.
Terminó el conflicto y con él llega la última parte de la exposición, marcada por la desaparición progresiva de la ilustración y su sustitución por el humor gráfico y la viñeta, de gran aceptación social.
Los nombres de esta última parte son familiares para varias generaciones de españoles: Chumy Chúmez, Miguel Gila, Manuel Summers, Mena, Martínmorales y Máximo, de los que el último permanece activo. Toda una época de intensidad política y social se asoma a las páginas, con el anuncio de la apertura y la democracia en los dibujos. También el dibujante de ABC por excelencia, Antonio Mingote, del que se recogen una amplia muestra de su genialidad: la descarnada visión del dolor causado por ETA, el reflejo de las costumbres, las necrológicas y el análisis político con tanta precisión como en la primera viñeta tras la muerte de Franco: un libro escrito al que se pasa una página y está en blanco. Incluso se recuperan dos dibujos de 1936, cuando su autor tenía 18 años, que debió de enviar a algún concurso.
Una selección de las obras de los años 80, reflejo del hervir de la movida madrileña, pone fin a la muestra donde los curiosos podrán «servirse» buscando en las bandejas y los que se queden con ganas están invitados a conocer el Museo ABC en Madrid.