Hazte premium Hazte premium

José Tomás, espejo de la pureza

Sale a hombros por la puerta de los cónsules de la plaza de Nimes tras cortar tres orejas

José Tomás, espejo de la pureza afp

vicente bourg «zocato»

Iban vestidos los dos de color vino. José Tomás de color rioja para España y Thomas Dufau de burdeos para Francia. Vaya formidables cosechas, qué gran paladar, tantos aromas y muchísimo bouquet. José toreó con valor, quietud y grandeza al tercer toro, que no fue nada fácil por faltarle por lo menos un puyazo. «El extraterrestre», el «dios de piedra», puso una rodilla en tierra y dibujó nueve doblones impecables. Después vinieron, a pesar de la violencia del toro, naturales ligados, pases de pecho con los dos pies juntos y varios cambios de mano magníficos. Por fin, después de Valencia, Huelva, Bayona y otras tardes, a la octava se le vio sonreír al maestro de Galapagar. Se reencontró con él mismo, el espejo de su toreo tan puro como auténtico.

En el otro toro suyo, al que le faltó transmisión, hubo un natural de 11,43 metros de largo que ni el especialista de la mano izquierda, Alejandro Talavante, los hace tan largos. José Tomás es el único que ha abierto la Puerta de los Cónsules de esta feria, bien llamada, de la Vendimia.

La otra parte de esta bellísima cosecha la puso otro Tomás. Claro que con «h». Thomas Dufau estuvo enorme con el sexto toro; el primero se cayó demasiado. Temple, trazos de muletazos perfectos, cintura muy adaptada al redondo de sus pases, personalidad, aguante, sentido del tiempo y de los espacios. O sea, se lo dice un servidor, la nueva gran figura de Francia. Cuando dieron la vuelta a hombros los dos «Tomases», José le dijo al galo: «Te felicito por haber entendido a la perfección este toro. No hay mejor confirmación y mejor porvenir...» Y saben ustedes que JT habla poco. Él se fue por la Puerta de los Cónsules con la gloria renovada. Thomas, el francés, salió por el patio de caballos y Javier Conde andando en silencio, mirando al suelo.

Por la tarde saltaron seis toros de Fuente Ymbro con mucho cuajo y terroríficos pitones. Buenos, encastados y nobles primero, quinto y sexto; duros y difíciles los demás. Los piqueros, impecables. Matías Tejela no tuvo opción pero se peleó francamente bien. Alberto Aguilar y David Mora se fueron a hombros.

Durante la corrida, toda la plaza se puso en pie para gritar: «Liberté, liberté». A unos metros de la plaza unos cuarenta antis profanaron la estatua de bronce del torero Nimeño II, echándole sangre encima y alguno hasta orinando. Tuvo que intervenir la policía entre esos impresentables. Que nos dejen en paz a los aficionados, en paz de la belleza del toreo.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación