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Ls bonificaciones perdidas de Froome

El británico no ataca en Urkiola, se equivoca en un sprinty deja la Vuelta en manos Cobo

Ls bonificaciones perdidas de Froome REUTERSEl pelotón, a su paso por Vitoria en la etapa de ayer

J. GÓMEZ PEÑA

VITORIA

«¿Dónde va éste?». De repente, Chris Froome suelta un latigazo. Sin ton ni son. Ve una pancarta y lo da todo. «¿Dónde vas?», le grita Cobo, el líder que le lleva 13 segundos. El británico, claro, ni le escucha. Va a lo suyo. De pie, esprintando hasta con los riñones en busca del trapo que marca los veinte kilómetros a meta. Cruza primero esa línea delante del cántabro, se alegra y para. Cree que ha sumado segundos de bonificación en el último sprint intermedio del día. Cobo se le acerca, enarca las cejas y le saca de su error. «Te has equivocado un poco», le suelta. Algo más que un poco. Un error de dos kilómetros. La pancarta de verdad estaba en Arroiabe, a 18 de la meta en Vitoria. A Froome le sientan mal las bonificaciones. Sólo ha rascado los veinte segundos de la etapa que ganó en Peña Cabarga. Cobo, el «bisonte», ha hecho de hormiga: ha ahorrado 52 segundos en total. Y con un puñado de 13 segundos será hoy el primer cántabro que gana la Vuelta. «Bueno, no es seguro. Froome me disputará las bonificaciones de La Castellana. Aún hay 32 segundos en juego», previene Cobo, aunque sabe que la carrera es suya. Froome es alérgico a las bonificaciones.

«Ya he pasado los días más difíciles», respira Cobo. El de ayer, el último con montaña, no lo fue tanto. Arriba, en la cima de Urkiola, esperaba el santuario consagrado a San Antonio, el de las causas perdidas. Como la de Froome, por ejemplo. El keniano subió hasta allí en busca de un milagro, pero se le acabó el saldo a sus piernas.

Había ganas de Vuelta en Bilbao. La salida, entre el Puente Euskalduna y la entrada a Zorrozaurre, fue una manifestación ciclista. Eco de viejas imágenes en sepia. Padres con sus hijos. Niños bolígrafo y papel en mano a la espera de Igor Antón o Juanjo Cobo. Corros de aficionados en torno a los autobuses de los ciclistas. Calor y fiesta. Tan cerca del Sagrado Corazón por donde desfilaron los grandes: Langarica, Loroño, Bahamontes, Anquetil, Merckx, Ocaña, Fuente...

El Geox soltó hilo a una fuga masiva: de 27 dorsales, incluido Bennati, el que iba a ganar. La escuadra de Matxin quería que la escapada recaudara todas las bonificaciones. Urkiola aguardaba. El último puerto de esta Vuelta. Presente desde la primera edición, la de 1935. Un arcón de recuerdos. En el sprint de la meta, Froome ni entró. Fue cosa de Bennati, que sí había creído en sí mismo. San Antonio, que olvidó a Froome, sí se acordó de Bennati en el regreso de la Vuelta a Vitoria, ausente desde 1972.

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