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Con lanza y sin escudo

El Barça se enfrentará a Rossi y Nilmar con la ausencia de su defensa titular al completo

Con lanza y sin escudo AP

ANDRÉS ARAGÓN

El examen no termina para el Barça. Por más que el alumno saque matrículas, el profesor ha caído exigente. Dos Supercopas más tarde, queda sitio para un «más difícil todavía». La Liga empieza frente al Villarreal y no hay defensa titular que pueda vestirse de corto. Campeón bajo escrutinio.

Ya durante el verano llamó la atención que los refuerzos se apiñaran en el ataque. Según crecía la insultante profundidad del banquillo en la zona de peligro, palidecía una retaguardia algo escasa de efectivos. Suficiente salvo catástrofe, que es lo que ha sucedido. Con la enfermería repleta —Puyol, Piqué, Maxwell, Adriano— y Alves sancionado , Pep Guardiola deberá pergeñar una defensa con Abidal, Mascherano, Fontás y un canterano, Dos Santos o Bartra.

Preocupa, por más que el conjunto azulgrana haya alcanzado esa utopía de defenderse con el balón. Preocupa, porque enfrente estará una de las delanteras mejor compenetradas del campeonato, Nilmar y Rossi. El italiano nació en Estados Unidos pero de alguna forma tiene «genoma Barça». Es letal dentro del área y combina como un centrocampista más en la media luna. Y eso, en un equipo que no renuncia a nada como el Villarreal, preocupa.

El Barcelona presenta un aspecto vulnerable atrás, pero la contundencia arriba es la misma. Por eso Juan Carlos Garrido no admite relajación en sus filas. Sabe que para ganar en el Camp Nou «hay que hacerlo todo perfecto» y ése será el nivel de exigencia que tengan sus jugadores. «Venimos oyendo en los últimos años muchas fórmulas secretas para ganarles y no veo que nadie haya encontrado la química», ironizaba Garrido.

Química que no le falta a su equipo y que reconoce Guardiola. «El Villarreal juega de manera muy similar a la temporada pasada. Tienen mucha experiencia». Los castellonenses disfrutan del balón y nada indica que vayan a olvidarse de él en el Camp Nou.

Asesino de muchas caras

Esa falta de seguridad en defensa desaparece arriba, donde este año son aún más las variantes. Las llegadas de Cesc y Alexis multiplican las posibilidades de un ataque que ya presumía de versatilidad. Guardiola puede permitirse el lujo de dar descanso a alguno de los habituales y cambiar el modo de atacar a su enemigo. Como quien elige las armas con las que encarar un duelo. No es pericia lo que falta en su escuadra.

Un maestro en esgrima es Leo Messi . El argentino blande el balón como nadie, pero el nivel de forma al que ha iniciado el curso agota cualquier lisonja que quiera hacerse de su juego. Guardiola alega que su estrella «no ha hecho nada diferente en estos tres partidos». Es minusvalorar sus cuatro goles y la destrucción del Real Madrid, el rival que más cerca ha estado de esa perfección que ansía Garrido para pescar en la Ciudad Condal.

«El Villarreal es un equipo que nos ha creado muchos problemas desde hace años. Ya no tiene un jugador importante como Cazorla pero tiene dos puñales delante», dice Guardiola. Dos puñales, Nilmar y Rossi. El segundo, pretendido por el Barça, nunca le ha ganado ni marcado a los azulgrana. Y llega con hambre.

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