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Genial faena de Morante de la Puebla

El diestro sevillano sale por la puerta grande

Genial faena de Morante de la Puebla EFE

ANDRÉS AMORÓS

Alterna con dos figuras David Mora ; se ha ganado, con sus triunfos, esta oportunidad: aprueba el examen, con valor clásico. Torea bien Manzanares . Todo palidece porque Morante realiza una faena absolutamente extraordinaria. Núñez del Cuvillo envía una gran corrida: toros serios, encastados, no bobalicones.

El primero va bien al caballo pero está justo de fuerzas. Mece el capote Morante, lo cuida, pero dura poco en la muleta. José Antonio corre bien la mano, con naturalidad y aplomo. Mata fácil. Una faena plena de torería.

Lo grande llega en el cuarto, protestando de salida por flojo, que no da opción al capote de Morante. Queda corto, rebrincado. Lo ahorma por bajo, ¡y le pitan! Se creen —los tópicos— que no va a hacer nada porque no comienza con derechazos o naturales: ¡la Tauromaquia es mucho más que eso! Ya fijado, dibuja preciosos muletazos (sin lo anterior, no hubiera podido). ¿Quién dijo que Morante no tiene técnica, además de estética? ¿O que se quedaba sólo en detalles? Los derechazos, tirando del toro, son un monumento. ¡Cómo se adorna! Consigue los naturales que nadie esperaba. Suena un aviso. Sigue toreando para él... y para los que sepan paladear lo bueno. Gran estocada: dos orejas. Una faena para el recuerdo. Mi exigente amigo Juan Carlos Vázquez dictamina: «El comienzo de faena, absolutamente genial». Y, yo, firmo debajo. Si usara sombrero, lo echaría al ruedo, sin ninguna vergüenza.

Saludan, en el segundo, Curro Javier y Blázquez, en banderillas. Muletea Manzanares con empaque pero el toro, pegajoso, se queda corto, le desarma. Dibuja buenos derechazos pero no llega la esperada faena. Se empeña en matar recibiendo: lo logra a la segunda.

No pelea bien en el caballo el quinto pero se viene arriba. Se luce Mora en impávidas gaoneras. Saluda ahora Trujillo en banderillas. Después de un desarme, va haciéndose con él, Manzanares. Dibuja excelentes muletazos , mandando, a un toro que tiene mucho que torear. Al final, una gran serie de naturales: la emoción se une a la elegancia. Gritan: «¡Viva Alicante!» Al encuentro, otro espadazo: merecida oreja.

Recibe al tercero David Mora con buenas verónicas de compás abierto. El toro es alegre y bueno pero flojo. Le da mucha distancia: logra excelentes muletazos: acostumbrado a roer huesos duros, disfruta con el bombón de Cuvillo. Y nosotros con él. Pero mata sin convicción: ¡por Dios!...

El sexto es el más complicado, se revuelve rápido. David no se enmienda. Algunos enganchones deslucen el clasicismo de sus muletazos. Le engancha el toro, quizá le hiere; vuelve a la cara, sin mirarse: faena épica. Merece más oportunidades.

¡Gran tarde de toros! Quedaban asientos libres en la Plaza: ellos se lo perdieron. Cuando se ve torear como hoy lo ha hecho Morante, la Tauromaquia es un arte único. Salgo tarareando un pasodoble. El título lo resume todo: «La gracia de Dios»...

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