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Fervor y tradición a pleno sol

Toledo vivió ayer su Día Grande con un sentido homenaje a su Patrona y la misa que congregó a más de 5.000 fieles en la catedral, además de la presencia especial de los peregrinos de la JMJ que se fundieron en la devoción de los miles de toledanos a su Virgen

La atedral primada de Toledo a rebosar. Ni un alfiler cabía en el sexto templo más grande del mundo católico. Un año más, los toledanos se vestían con sus mejores galas para honrar a su Patrona, la Virgen del Sagrario.

Más de 5.000 fieles acudían puntuales a la cita, abanicos en mano, para participar en esta misa tan especial, presidida —como manda la tradición eclesiástica— por el arzobispo de Toledo y primado de España, Braulio Rodríguez, acompañado de otros obispos y sacerdotes procedentes de Canadá, Estados Unidos o Perú.

Aunque esta misa pontificial tiene ya una larga tradición a sus espaldas, este año se vivió con renovada ilusión al enmarcarse en la celebración de los «Días en las Diócesis» previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que congregó a 17.000 peregrinos procedentes de todo el mundo en los alrededores de la atedral.

in embargo, dentro del templo ganaban por goledada los feligreses toledanos, los que todos los años acuden sin falta, mientras que los turistas y peregrinos entraban y salían durante la celebración de la Eucaristía, generando un rumor que algunos devotos lamentaron —este año la Puerta Llana permaneció abierta durante toda la celebración de la misa—.

Junto a los cánticos de la coral toledana del Cardenal Silíceo, las palabras del arzobispo exaltaban a la Patrona, pero también fueron dirigidas a estos «jóvenes de más de 30 países que han vivido con nosotros la fe que compartimos y han conocido nuestra tierra». Por ello, Braulio Rodríguez pidió a la Virgen «que interceda por Benedicto XVI» y «por los jóvenes católicos, para que lleven en ellos el amor a los hermanos».

Curiosamente, un grupo de estos jóvenes —procedentes de Argentina— que sí se animó a presenciar la misa, contó a ABC que les había sorprendido «la solemnidad» de la Eucaristía, ya que, al otro lado del charco, el acto litúrgico se vive de diferente forma. De hecho, ste es el espíritu que se respira en Toledo estos días. Intercambio, convivencia y contrastes.

Continuando con la homilía del arzobispo, éste exaltó el sacrificio de María por permitir el nacimiento de su hijo, pese a saber que, con ello, lo entregaba al sufrimiento. Valiéndose de estas palabras, lanzó una crítica implícita a esas otras «madres de nuestra cultura de muerte, que permiten matar por miedo al sacrificio».

Tras la Misa, tuvo lugar la tradicional procesión de la Patrona en el interior de la Catedral, donde la imagen de la Virgen concentró todas las miradas a su paso entre los feligreses.

Botijos de agua milagrosa

Tras la procesión, llegó el turno del Agua de la Virgen. La plaza de la Puerta del Reloj sumaba a cada minuto una nueva franja de gris más oscuro, salpicaduras del agua de los botijos que se mantenían como testigos temporales de los feligreses que se animaban a probar este agua milagrosa. Muchos fueron los toledanos que acudieron como cada año, pero también aparecieron por allí grupos de las JMJ, curiosos y dubitativos, intentando averiguar lo que allí acontecía.

De hecho, el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page,tras beber del recipiente de barro —mientras algunas toledanas le animaban—, expresó que esta costumbre tan toledana «hoy será mucho más conocida fuera de nuestras fronteras porque la van a hacer miles de personas» de todos los rincones del mundo.

Además, el alcalde también hizo referencia a las fiestas y declaró que son «las más especiales» que ha vivido desde que ocupa el cargo de primer. «Es fácil congregar multitudes cuando se trata de ir contra algo, pero es más difícil cuando se trata de ir a favor de algo», refiriéndose a los peregrinos que han «llenado de vida la ciudad» y de los colectivos que han criticado su presencia.

Por su parte, el arzobispo también probó el agua de la Virgen, derramándola, un año más, camino de convertirlo también en tradición. El primado mostró su satisfacción por la cantidad de gente que asistió a la misa y a la procesión: «casi parece el día del Corpus». Aunque algunos echaron de menos la mascletá en la Plaza del Ayuntamiento, el alboroto que acompañó los preparativos de la Santa Misa de Clausura de los «Días en las Diócesis» llenó el vacío que este año dejó el sonido de pólvora.

Por ISABEL MIRANDA

y MIRIAM RUIZ

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