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«House of Reeves», el símbolo del pillaje

El incendio de una tienda de muebles establecida en 1867 en West Croydon, explica la sinrazón de la barbarie que sufre Londres

afp

esteban villarejo

A las 9.01 de la mañana del 10 de agosto de 2011 la máquina de demolición arroja al suelo la última pared chamuscada de House of Reeves. Hay muchos curiosos alrededor pues Reeves no es una tienda cualquiera.

Desde 1867, fecha de su establecimiento, era el símbolo de la calidad del mueble clásico en West Croydon, uno de los barrios del sur londinense más afectados por la ola de pillaje iniciada el pasado sábado por centenares de "hoodies", chicos y no tan chicos entre 15 y 30 años -principalmente- que ataviados con prendas deportivas y capuchas pusieron en jaque a Londres durante 72 horas.

Tal es el símbolo, que la estación del "Tramlink" del área hace honor a la tienda: "Reeves Corner". No podemos acceder a la parada -situada a una hora y veinte minutos del centro londinense- pues la línea esta cortada, con áreas acordonadas por los bomberos y la Policía Metropolitana de Londres. A pie llegamos en 10 minutos. Más policías y personal de seguridad. Sólo tienen acceso al área el personal de la tienda y los fotógrafos de las aseguradoras que ya han iniciado el peritaje del valor perdido. Todavía huele a chamusquina.

La II Guerra Mundial

Cansado, dirigiendo todavía el trago 48 horas después de ver cómo ardía el edificio principal y emblemático de su negocio -todavía tiene dos tiendas adyacentes que no sufrieron daños- el dueño del negocio, Trevor Reeves, hace un llamamiento público a la prensa allí reunida, entre ellos ABC: "Sufrimos la Gran Guerra, después años de crisis, más tarde la Batalla de Inglaterra y la furiosa Segunda Guerra Mundial, y aquí seguimos. ¿Sabe lo que digo? Si quieren comprar un mueble, vengan a Reeves. Abriremos lo antes posible las tiendas que no quemaron estos salvajes. Lo llevamos en la sangre. Vamos a reconstruir esto como sea".

La quinta generación de Reeves que regenta el negocio reconoce que los vándalos "le han destrozado sus vidas" después de que en la tarde-noche del lunes irrumpieran a golpes en su negocio y rociaran los muebles con gasolina y prendieran fuego a esta improvisada "falla" de fuego voraz y humo, una imagen portada de periódicos que resumen el irraciocinio de la "protesta".

Graham, hermano de Trevor, añade: "Es horroroso, llevaba trabajando 35 años en este edificio". En West Croydon uno no tiene la impresión de estar en un barrio deprimido socialmente por la crisis -nada que ver con las Tres mil viviendas de Sevilla o la Cañada Real en Madrid-, todo lo contrario.

Un perfecto transporte público que llega al área, zonas verdes, coches de clase media acomodada y las típicas casas adosadas de ladrillo londinense.Todo ello aderezado por la multiculturalidad típica británica, desde comercios a transeúntes.

"Esto no tiene un motivo social, si fuera así se habrían llevado los muebles, ¿no? ¡Por qué los quemaron sin sentido!", se lamenta el jamaicano John, de 39 años, a cuya vivienda, situada en frente de Reeves, no puede acceder porque la estructura corre peligro de derrumbe. "No he podido ni recoger mis pertenencias", explica John al tiempo que relata los hechos vividos en West Croyton.

Falta disciplina

¿Por qué entonces? "Disciplina. Eso es lo que le falta a esos chicos, disciplina", reclama con gesto recio este jamaicano llegado al Reino Unido hace siete años después de conocer a su mujer en la isla caribeña. "Dicen que los culpables son de origen afro-caribeño, pero también hay de otros orígenes. Pero no importa eso aquí, nacieron en el Reino Unido y deberían amar esta sociedad".

Llegan más curiosos. Fotografían ahora a los servicios de limpieza que barren los cascotes de la demolición. Dos vecinas conversan sobre lo sucedido. Una nació en Francia, otra en Albania: "Conocemos a esos "youngsters". Viven en la zona. Sabíamos que iban a atacar el barrio pues la voz de alarma se extendió a través de los móviles el día después de que comenzará todo en Tottenham. Seguimos sin explicarnos por qué en Croydon.

El desempleo o los recortes sociales no lo justifican. La razón es que esos chicos pertenecen a familias desestructuradas, sin nada que hacer, todo el día en la calle", explica la ciudadana de origen francés cuyo nombre prefiere no dar.

Son las 9.20 y Reeves es ya un erial de ladrillo, mueble quemado y amasijo de hierros. "Bed, bed, bed". Compren camas, dice el anuncio. "Le amueblamos su hogar por 10 libras a la semana". El símbolo del vandalismo espera abrir la semana que viene. Como hace 144 años. En West Croydon, una de las "zonas cero" del vandalismo londinense.

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