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Luque le hace sombra a José Tomás

FERNANDO CARRASCO

Feudo importante el de Huelva para José Tomás. Se le esperaba como agua de mayo. Llenazo imponente y una ciudad entera de fiesta. En el día grande de las Colombinas, el de Galapagar en el cartel. Y abriéndole un torero de la tierra, Emilio Silvera. JT cumplió con las expectativas depositadas en él, pero se encontró con alguien que no estaba dispuesto a ser convidado de piedra: el sevillano Daniel Luque. Así que entre ambos se fraguó la tarde que al final se llevó Luque, en una tarde en la que desplegó técnica y, sobre todo, temple a su primero.

Los astados de El Pilar, terciados de hechuras y de caras cómodas, fueron manejables en general aunque faltos de fuerzas. Pero colaboraron, sobre todo el lote de Silvera.

José Tomás se abrió de capa ante su primero con oficio y dos verónicas lentas, muy lentas, así como la media. Picaron poco al animal. Quite por chicuelinas del madrileño con el compás muy abierto y primera colada. Susto solamente.

Brindis al respetable y JT que comienza la faena ganándole terreno. Inicio sobre la diestra, destacando la segunda tanda, mucho más rotunda y asentada. Colaboraba el toro y ligaba el torero, que alcanzó lo mejor en el toreo a izquierdas, con una serie que contuvo dos naturales así de lentos. Otra más donde alargó la embestida. Se quedaba más corto el de El Pilar y al volver sobre la diestra se le quedó debajo y llegó la voltereta, sin consecuencias. El toro se paró y ya no hubo más que hacer. Mató a la primera y se le pidió con fuerza la segunda oreja, no concedida.

El quinto posibilitó el toreo a pies juntos a la verónica del madrileño, y dos medias a cámara lenta. Pero se encontró con un astado que no pasaba, que no quería. No se desanimó el torero, que insistió hasta que consiguió meterlo en la muleta mediada la mitad de su trasteo. Y llegaron las manoletinas cargando la suerte para emocionar a los tendidos, rendidos al madrileño. Faena de menos a más que se difuminó con el estoque. A pesar de ello le pidieron la oreja que el presidente, Juan León, con buen criterio, no concedió.

Daniel Luque estuvo verdaderamente importante en su primero, un toro que no valía un euro y al que se impuso a base de técnica y temple. Faena importante por cómo condujo las embestidas de su oponente y supo sacarle el partido que tenía. Pero es que además dejó muletazos plenos y rotundos. Acortó al final distancias y se metió entre los pitones. Faena de figura del toreo.

El que cerró plaza no anduvo sobrado de fuerzas precisamente, algo que no importó al de Gerena, que se lo sacó a los medios, le dio distancias y, de nuevo, desplegó todo su arsenal. Nuevamente puso todo él; no había toro. Mas no tenía material, por mucho que lo intentase una y otra vez. No se desanimó en ningún momento y le robó la cartera en series en las que nada más que existió Luque. Lástima de espada.

Emilio Silvera puso ganas con el mejor lote pero evidenció la falta de rodaje. En su primero, un animal noble, dejó momentos importantes sobre la izquierda, con naturales largos. Pero no hubo continuidad. El cuarto fue el mejor del encierro y el onubense estuvo decente pero sin acabar de cogerle el ritmo. Fue desarmado tanto con el capote como con la muleta.

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