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AJUSTE DE IDEAS

Pobre secesionismo de bolsillo

Dice Jordi Pujol que él es catalán «por encima de todo», y añade: «este ser catalán entiendo que es compatible con ser español y, por tanto, soy español»

MARÍA ANTONIA PRIETO

Jordi Pujol y Josep Lluís Carod-Rovira, dos de los máximos referentes actuales del catalanismo —los 81 años del primero y los 60 del segundo dan fe de la capacidad renovadora del movimiento— andan estos días dándole vueltas al encaje de España en Cataluña, una vez resuelto unilateralmente que lo contrario, es decir, el encaje de Cataluña en España, no sólo no pudo ser, sino que además era imposible. Frente a los argumentos en apariencia racionales esgrimidos por los ideólogos del independentismo práctico —que con cifras manipuladas a su conveniencia apelan directamente al bolsillo de los catalanes dibujando un horizonte de crecimiento y riquezas incalculables a las que sólo será posible acceder el día después de la ruptura con España—, el ex president Pujol y el ex vicepresidente de Generalitat tripartita insisten en abordar el asunto identitario desde el sentimentalismo y la pasión de antaño. «Chiquilladas, cosas de naifs», que diría el todavía republicano Joan Ridao, uno de los profetas (no en su partido, claro, donde hasta el conserje se cree con derecho a darle con la puerta en las narices) del nuevo secesionismo economicista.

Dice Jordi Pujol que él es catalán «por encima de todo», y añade: «este ser catalán entiendo que es compatible con ser español y, por tanto, soy español». Pero, ojo, que hay segunda parte: «si tal como se plantean las cosas yo no puedo ser plenamente catalán, entonces ya no quiero ser español». No me negarán que dicho así, con el corazón en la mano, las tesis soberanistas no quedan más acicaladas.

También Carod-Rovira se mira con emoción los asuntos de España. En opinión del ex dirigente republicano —el mismo que propuso boicotear los Juegos de Madrid— «el proceso hacia el estado propio fracasará, por falta de apoyo social, si es antiespañol, porque mucha gente no se sumará. No se trata de ir contra España (...) continuaremos siendo vecinos o teniendo familia en Andalucía, Extremadura o Aragón los que ya tenemos y sintiéndose también español quien ya se sienta ahora».

Pues qué quieren que les diga; puestos a aguantar siempre la misma historia, es de agradecer que en estos tiempos de fríos cálculos economicistas todavía haya alguien dispuesto a ponerle sentimientos a esta relación imposible entre Cataluña y el resto de España.

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