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EE.UU. cambia la guerra contra el terrorismo por la cruzada contra el déficit

Obama cede, pero no abandona su propuesta de subir los impuestos a las rentas más altas y a grandes empresas

EE.UU. cambia la guerra contra el terrorismo por la cruzada contra el déficit afp

EMILI J. BLASCO

Los últimos dramáticos días vividos en Washington suponen el cierre de toda una era en la política estadounidense . La «guerra al terrorismo» abierta por George Bush tras el 11-S, que dominó todo el debate público durante diez años, da paso a la «guerra al déficit» . La crisis económica ha situado los recortes del gasto en el centro de las preocupaciones estadounidenses, y estarán ahí al menos durante unos años. Desde luego será el gran tema de la campaña electoral de 2012. Lo curioso, como destacan algunos observadores, es que, al igual que en 2001, la agenda la hayan marcado de nuevo los republicanos , pero esta vez, desde la oposición.

Barack Obama intentó ayer resurgir del segundo plano en que había quedado durante la gestación final del acuerdo para aumentar el nivel de deuda. Y lo hizo mostrando su herida; seguirá batallando para subir los impuestos a las rentas altas y corporaciones , punto en el que de momento se ha visto obligado a ceder. «Lo dije antes y lo digo ahora de nuevo: no se puede hacer descansar el precio de la crisis económica sobre las espaldas de los que han llevado el mayor peso de esta recesión», dijo en las escalerillas de la parte trasera de la Casa Blanca, una vez e l acuerdo fue aprobado también por el Senado —74 votos frente a 26.

Críticas internas

Frente a quienes dicen, incluso desde su propio partido, que ha quedado atrapado en el esquema republicano de priorizar la reducción del déficit, advirtió: «reducir el déficit es parte de la agenda, no toda la agenda» . Pero en su intervención no dejó de evidenciar el malestar por haber sido señalado como el perdedor del pulso y ser acusado por algunos de sus correligionarios de servirles un «sándwich del demonio» —emparedados entre la pésima tostada republicana y la también difícil de tragar puesta por Obama.

En el cambio de rasante en el que se encuentra EE.UU., la prioridad de combatir a Al Qaida ciertamente la ha venido extinguiendo Obama. La muerte de Bin Laden y el programa retirada de Afganistán suponen el fin del ciclo comenzado en 2001 . Pero mientras que, con ocasión de este cambio de rumbo, Obama hablaba genéricamente de, llegado el momento, «centrar los esfuerzos de construcción» en EE.UU., han sido los republicanos quienes han definido el objetivo: adelgazar el Gobierno.

Con su firma de la ley, se ha dicho desde «The Wall Street Journal» , «lo que Obama rubrica es el marco republicano para definir el problema presupuestario: que el gasto es demasiado elevado y no que los impuestos son demasiado bajos». «El debate sobre el techo del endeudamiento comenzó en términos demócratas, con el presidente y el secretario del Tesoro, Tim Geithner , insistiendo en una ley limpia, sin condiciones adjuntas», ha escrito el columnista William McGurn , y ha acabado con la demanda republicana de dar tiempo a una comisión especial para que pase el rastrillo en las partidas federales.

Lo que se ha visto como unas jornadas caóticas, en realidad han servido para clarificar el panorama político, especialmente de cara a las presidenciales de noviembre de 2012 , cuya larga precampaña ya está en marcha. En ella la discusión está servida: «El tamaño y el papel del gobierno, y los valores que establecerán las prioridades ante unos recursos escasos», como ha destacado «The Washington Post». El pulso de estos días «ha sido sobre las elecciones de 2012, cuyas líneas se han trazado de la manera más clara posible», indicaba a ese diario Mickey Edwards, del Aspen Institute. Para el estratega de Obama , David Axelrod , «esto ha ayudado a cristalizar el debate; no hay duda de dónde está la meridiana elección».

Frente a campañas anteriores en las que las opciones eran más etéreas —Obama suponía la esperanza, Bush era en su reelección el unificador, Clinton se presentaba como la tercera vía—, ahora los mensajes son mucho más específicos. Los republicanos defienden recortes sin subir impuestos , los demócratas apuestan por combinar ahorros con más ingresos fiscales.

Los dos candidatos de las primarias republicanas mejor situados en las encuestas han remarcado ese discurso contra la subida de impuestos. Y para dejarlo claro han criticado el acuerdo aprobado en el Congreso. Mitt Romney estimó que el pacto «abre la puerta a impuestos más altos». Michelle Bachmann votó en contra en la Cámara de Representantes, como hicieron la mayor parte de los miembros del Tea Party, rechazando incluso la idea misma de admitir más endeudamiento.

En su comparecencia de ayer, Obama se refirió directamente a los votantes y dejó ver cuál será su argumentación de campaña: «Hacer crecer la economía no es solo una cuestión de recortar el gasto». Tampoco, únicamente, de «reformar el sistema impositivo, de manera que los americanos más ricos y las mayores corporaciones paguen su parte, y de acabar con las ayudas que reciben las compañías de gas y de petróleo y con los agujeros legales que permiten a los millonarios pagar una tasa de impuestos más baja que maestros y enfermeras».

Frente a las recetas únicas, el presidente estadounidense se presentó como alguien que es capaz de combinar lo inevitable con muchas otras medidas , de forma que finalmente se creen puestos de trabajo y el país consiga salir de la crisis económica. La votación en el Senado se desarrolló ayer sin contratiempos. De los 51 senadores demócratas, 45 votaron a favor y 6 en contra, sin que el grupo se partiera completamente en dos como había ocurrido la noche anterior en la Cámara de Representantes. De los 47 senadores republicanos, 28 aprobaron el acuerdo y 19 lo rechazaron.

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