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La crisis también llega al Ramadán

Unas ochenta personas cenan en la mezquita Abu-Bakr, de Estrecho. Muchos de ellos son mendigos musulmanes

La crisis también llega al Ramadán JOSÉ ALFONSO

MARÍA ISABEL SERRANO

«¡Salam alaikum!», saludaba ayer un joven musulmán a las puertas del templo mientras, ya lavado, se quitaba sus zapatillas. El agasajo iba dirigido a Fares Kutayni , que no es un imán pero sí una de las autoridades del lugar. Estamos en la mezquita Abu-Bark , en el barrio de Estrecho. Ayer empezó el Ramadán. También para los 230.000 musulmanes afincados en la comunidad madrileña.

Fares es sirio y está muy pendiente de lo que sucede en su país. Lleva cuarenta y dos años en España. Es comerciante, está casado y tiene siete hijos. Su experiencia le delata. «La crisis también ha llegado al Ramadán» . ¿Cómo?, le preguntamos. «Pues sí. Baja la capacidad de consumo, de comercio. No hay trabajo. Vemos muchos mendigos musulmanes. De hecho, aquí damos una cena para ellos al final de la jornada de ayuno. Vienen entre setenta y ochenta».

Mendiga dice ser Ghailana Zaizoun , nacida en Larache (Marruecos). La mujer, enjuta y con la cabeza tapada por un velo, nos enseña su DNI español. Trabajaba. Ya no. Como su marido, que está durmiendo, a la sombra, en un banco de la entrada de la mezquita. Tienen dos hijos y escasez de medios. « A mí me pilló en Atocha el 11-M cuando iba a mi puesto en un restaurante. Me considero una víctima del terrorismo. Sigo con tratamiento por las secuelas del atentado. Solo pido una ayuda para mí y mi familia. No tenemos casa», afirma mientras se prepara para el rezo.

Hombres y mujeres van llegando a la mezquita de Abu-Bakr , en la calle Anastasio Herrero. El ayuno se inició con el alba, a las 5,17 de la mañana. Acabará a las 21,33 de la noche. Sí, tan exacto. Lo dice un calendario del Ramadán para este año. Cada día, hasta los 30 que dura el «mes sagrado», las privaciones se iniciarán entre uno y dos minutos más tarde y terminarán esos mismos minutos pero más temprano. Lo mandan los movimientos del sol y la luna. No queda otra.

Ramadán no denota sufrimiento . No se puede comer, beber, fumar... Tampoco el sexo. Nada de nada. Desde el alba hasta el ocaso, aunque algunos, a título particular, se salten las reglas y pequen. «Allá cada cual», asegura Kutayni. « El ayuno es un cuerpo entero para Dios . Y digo Dios y no Alá porque estamos hablando en español. El Ramadán es el mes más generoso de los musulmanes. Todos se ayudan, todos comparten; todos iguales, desde el rey hasta el basurero», nos dice Fares.

Casa día, normalmente, un musulmán realiza 5 oraciones de cara, siempre, a la Meca. Hombres, mujeres y niños. En Ramadán hay una más y se llama «trauih» . Cuando el culto acaba se reponen fuerzas porque, de mañanita, habrá otra jornada de dieta y abstinencia. Se festeja cada día con una gran cena. La familia entera. Empiezan con leche y dátiles. Se sigue con carne o pollo con verduras. Y cus-cús. No falta el pan de pita.

Al toque del «azán»

Kutayni nos cuenta que el Ramadán se rige por el calendario lunar , más corto que el solar. «Por eso, cada año, el mes sagrado empieza diez días antes. Así, en 2012 lo empezaremos el 20 de julio».

La mezquita Abu-Bark es la primera que se levantó en Madrid. Hay otra en Lavapiés y la famosa de la M-30. La de Estrecho tiene dos plantas: arriba rezan las mujeres; abajo, los hombres . Hay una escuela y una hospedería. Se compra en «Halal», tienda y carnicería donde se van los ojos detrás de los pastelillos de hojaldre y almendra cubiertos de miel.

Dejamos a Fares con los suyos. Se escucha el «azán», el canto que llama a la oración. Para nosotros es la hora de comer. A ellos les quedan otras seis horas para honrar a su Dios.

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