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entre brumas

La venganza de Don Mendo

La herencia que el PSOE va dejando tras de sí es un verdadero regalo envenenado para quien quiera sucederle en los gobiernos de los que lo va desalojando el voto ciudadano

juan granados

EL ayuntamiento coruñés presidido por Carlos Negreira se ha sumado a la larga lista de gobiernos municipales y autonómicos presididos por el Partido Popular que, tras el vuelco electoral del 22 de marzo, se han encontrado las arcas públicas tan desnudas como nuestros primeros padres en el Paraíso. Las cifras de las facturas sin pagar y la deuda acumulada resultan verdaderamente escalofriantes. El caso de la autonomía castellano-manchega que hoy gobierna María Dolores de Cospedal en verdadera quiebra técnica, puede parecer un ejemplo extremo, pero no lo es tanto, aquí y allá van saltando todas las alarmas.

Según confesaba el pasado jueves Rosa Gallego, edil de hacienda del consistorio herculino, el gobierno municipal de Negreira, recién aterrizado en María Pita, se verá obligado a suscribir un crédito de al menos 11,45 millones de euros para poder hacer frente a las obras presupuestadas más urgentes. Pero esto no es lo peor, al parecer el bipartito de Javier Losada habría dejado en el cajón facturas por pagar por valor de 28 millones de euros, en tanto el gobierno central urge al municipio la devolución de otros 21 millones por desarreglos contables heredados de los ejercicios de 2008 y 2009. Un panorama ciertamente desolador que obligará a los nuevos responsables municipales a afrontar una política extrema de control del gasto, tal como viene haciendo la propia Xunta de Galicia.

En la trastienda de la cosa presupuestaria no se habla de otra cosa, nadie había visto jamás un panorama tan negro. La herencia que el PSOE va dejando tras de sí es un verdadero regalo envenenado para quien quiera sucederle en los gobiernos de los que lo va desalojando el voto ciudadano. No queda otra que afrontar una verdadera economía de guerra, la única posible si se quiere sobrevivir y mantener lo poco que queda del estado del bienestar. Naturalmente, esto pasa por adoptar medidas, todas urgentes y todas impopulares, que, a la larga, pasarán también su factura a quien ha de afrontarlas. Si las toman, será malo para su imagen, pero si no las toman será peor para todos. Cruel paradoja para quien ha de encargarse de la cosa pública en tiempos de penuria, con poco horizonte y casi nula esperanza.

Cuando el inigualable Pedro Muñoz Seca revelaba los entresijos del juego de las siete y media, en aquella «astracanada» de «La venganza de Don Mendo» que tan bien nos retrata a los españoles de todo tiempo, ofrecía ya algunas pistas de lo que ocurre cuando el genio humano ha de decidirse por dos males evidentes:

«Y un juego vilQue no hay que jugarlo a ciegasPues juegas cien veces, milY de las mil ves, febril,Que o te pasas o no llegas.Y el no llegar da dolorPorque indica que mal tasasPero ¡ay de ti si te pasas!Si te pasas es peor»

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