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Jorge de León no era nuevo en el ruedo de la lírica, pero la sustitución de Marcelo Álvarez hace año y medio en en «Andrea Chénier» en el Teatro Real le catapultó a la fama. De la noche (nunca mejor dicho) a la mañana, se convirtió en la sorpresa de la temporada. La espantada del tenor argentino le reclamó de nuevo al escenario para concluir una función llena de contratiempos (el público comenzó a abuchear pensando que había micrófonos). Tras aquellas intensas noches, y mediáticos días, De León comenzó a llenar su agenda de compromisos, siendo el Palau de les Arts de Valencia uno de los teatros donde más ha recalado.
Ahora, de nuevo, regresa al coliseo madrileño para hacer una sustitución, la de otro Marcello, en esta ocasión Giordani, que ha tenido que dejar su papel de Cavaradossi por «enfermedad», según explica el comunicado del Real. Desde hace días se barajaba el nombre del tenor canario, al que tuvieron que localizar en Bari. Era la persona adecuada para tomar el relevo del italiano, «pues yo he cantado hace poco “Tosca” en Valencia y la tengo fresca en la cabeza y en la voz», explica a ABC por teléfono.
—¿Cómo ha sido este año y medio?
—Ha sido un tiempo de ir subiendo escalones, de debutar en lugares importantes con grandes directores. Un año y medio de progreso.
—Tras su exitosa sustitución en «Andrea Chénier» su carrera se ha acelarado mucho, ¿le ha provocado esto algo de vértigo?
—He tenido nuevos compromisos con nombres como el de Zubin Mehta, la Arena de Verona... y algo de vértido siempre se siente, pero también esto te da mucho energía. He sentido mucha adrenalina en Valencia, mucho nervio, y ganas de escalar y de llegar un poco más allá...
—¿Se ha planteado en algún momento tomarse las cosas con un poco de calma para no equivocarse?
—Creo que estoy haciendo mi carrera con bastante cautela, no creo que vaya tan deprisa, podría ir más (se ríe). De hecho he dejado compromisos aparcados. Cuando uno está en un momento como éste hay que aprovecharlo. Además estoy adquiriendo más experiencia y ésta es la que me da tranquilidad y seguridad. La voz está muy bien y responde muy bien.
—Lo cierto es que antes de aquella noche en el Real, usted ya llevaba tras de sí una larga trayectoria de trabajo...
—Eso es evidente. Uno va manteniendo la línea de su carrera y llega un día un golpe, no quiero llamarlo de suerte, quizá tu momento y estás preparando para él.
—¿Qué siente al volver al Real?
—Mucha ilusión. Esta llamada ha sido más inesperada que la de «Andrea Chénier». Yo estaba cantando «Madama Butterfly» en Bari y hace unos días me llamaron para ver si estaba disponible. Y aquí estoy con muchas ganas de debutar ya...
—La gente ya le conoce y espera tal vez más. ¿Le da más miedo este debut que el primero?
—No es cuestión de miedo, si no de respeto, porque me enfrento con una nueva dirección de escena (Nuria Espert) y una nueva batuta (Reanto Palumbo). Lo que me preocupa es el poco tiempo que he tenido para prepararme. Voy a poner todo de mi parte y espero que el público lo vea.
—¿Qué otros proyectos tiene después de Madrid?
—Vuelvo a hacer otra «Tosca» en Palermo y en Tenerife, «Carmen» en Palermo, y el próximo mes de enero debutaré en la Scala con «Aida». Después del Real, llegar a la Scala son palabras mayores.
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