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El camino de la constancia

David Ferrer recibe elogios después de sumar el punto definitivo de la Davis contra EE.UU., la confirmación de una temporada notable para un tenista que se rejuvenece al filo de los treinta

El camino de la constancia AFP

e. YUNTA

Cuando medio país conciliaba el sueño recordando el éxito futbolero de hace un año porque es el tema estrella del momento, David Ferrer agigantaba la leyenda de España en el planeta tenis, inconmensurable en su agónico pulso con el norteamericano Mardy Fish. En juego, una plaza para las semifinales de la Copa Davis. En juego, una página más para enmarcar porque nunca antes el equipo nacional había sido capaz de superar a Estados Unidos a domicilio. En juego, la reivindicación de un tenista que explota su libreto al filo de los treinta, mejorado con el paso de los años y competitivo en situaciones estresantes que antes le bloqueaban. El alicantino fue el héroe de un grupo irrepetible que es capaz de superar la ausencia de Rafa Nadal, líder en reposo que felicitó a sus compañeros a través de las redes sociales. Ferrer hizo de número uno. «Es algo muy especial el haber ganado», reconoció después de los gritos y los abrazos mientras Jim Courier reflexionaba sin demasiada lógica: «Podíamos haber ganado 3-0 fácilmente», sorprendió el capitán americano. Al final, 1-3 para España.

Cuenta el entorno de Ferrer que ahora juega con mucha más confianza, rejuvenecida su ilusión porque no siente la angustia de los primeros años. Salvo semanas puntuales, pocas, lleva desde julio de 2005 entre los veinte mejores y ahora presume con su sexta plaza, cerca del estatus que adquirió en 2008 (llegó a ser cuarto después de disputar la final de la Copa de Maestros). Es el fruto de una temporada notable en la que acumula 36 victorias por diez derrotas, dos títulos —Auckland y Acapulco—, dos finales —Montecarlo y Barcelona— y una semifinal en el Abierto de Australia. Ahora añade la gesta de Austin, en donde derrotó el viernes a Andy Roddick y el domingo a Mardy Fish. Feliciano, jugador de la misma quinta que también renace para reducir la efervescente propuesta de los jóvenes que asoman, sumó el otro punto.

La gente del tenis se alegra especialmente por David Ferrer porque rara vez recibe la cuota de pantalla que le correspondería. «Se merece más que nadie un gran título», lamenta siempre Nadal cuando habla de él, siendo el balear precisamente uno de los que le ha privado de trofeos mayores. «Mi ilusión a estas alturas sería ganar un Masters 1.000», admite. Ha perdido dos finales, las dos contra Nadal.

Implacable al resto —gana el 36% de los juegos—, ya controla mucho más sus prontos. «Se le nota mucho más sosegado, se ve en los partidos. Afronta las malas situaciones con tranquilidad, entiende mejor sus propios errores. Está madurando, afronta una situación personal y anímica bastante buena», relata Javier Piles, su entrenador y hombre de confianza.

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