La organización recuerda que las costas de Ibiza y Valencia ya están sometidas a un fuerte estrés debido a la actividad humana
Greenpeace ha exigido al Gobierno de España que niegue a las empresas petrolíferas Capricorn Spain Limited y MEDOIL, filiales de la escocesa Cairn Energy, la exploración y prospección de los cuatro pozos licitados por Real Decreto en Consejo de Ministros, el pasado 23 de diciembre, entre las costas de Ibiza y Valencia, y, en general, en todo el litoral español.
Las Salinas de Ibiza y Formentera, donde vive el organismo vivo más grande del mundo, un ejemplar de ocho kilómetros de posidónia oceánica, se verían gravemente afectadas, opinan.
Greenpeace ha recordado que las costas de Ibiza y Valencia ya están sometidas a un fuerte estrés debido a la actividad humana (sobrepesca, construcción).
«El mayor riesgo radica en que se explorará hasta a 1.400 metros de profundidad. Y la petrolera British Petrolium (BP) provocó el gran desastre del golfo de México perforando a 1.500 metros», apunta la organización.
Para Greenpeace resulta básico que España asuma que no es un país rico en hidrocarburos y sí en energías renovables.
Decibelios dañinos para los cetáceos
Cairn Energy ya ha completado la primera fase del procedimiento necesario para empezar a operar, que consiste en buscar información sísmica en las áreas susceptibles de ser perforadas.
La segunda fase incluye los sondeos acústicos adecuados para determinar las características físicas del fondo marino. Para ello, se utiliza un cañón de alta presión con un nivel sonoro de 215-230 decibelios (dB). «La comunidad científica ha adoptado 180 dB como nivel de intensidad sonora que puede producir daños fisiológicos irreversibles en cetáceos. Entre las costas de Valencia e Ibiza, según el Ministerio de Medio Ambiente, existe la presencia de siete especies distintas de cetáceos», subraya Greenpeace.
En la tercera fase, se procede a la perforación para tomar muestras. «Dichas acciones son causa frecuente de accidentes de contaminación de hidrocarburos, cuyos restos acaban en las playas», concluye la organización.


