Las críticas de los estrenos del 8 de julio
ABC te da las claves de las películas de la cartelera
ABC
«Amigos»
POR F. MARÍN BELLÓN
Hace años, el directivo de una importante cadena de televisión contaba en privado que llegó a tener sobre su mesa la propuesta de grabar un concurso en el que los participantes jugaban en directo a la ruleta rusa. Por algún motivo, ... su conciencia pesó más que las ganas de liderar los índices de audiencia, aunque la historia reciente nos ha demostrado que la victoria del bien sobre el mal cada vez es más exigua. «Amigos», que no pretende descargar su ira al estilo «lumetiano» de «Un mundo implacable», por ejemplo, desvía el disparo más obvio y no apunta hacia los responsables del medio, sino sobre el ciudadano casi medio, que no es lo mismo. A partir de una premisa increíble —lo cual no significa nada, porque algunas de las mejores comedias nacieron así—, la historia nos cuenta la pugna de tres amigos por conseguir «desde fuera» la mayor cuota de pantalla (share, para los enterados). Quien gane el concurso de disparates recibirá de premio una herencia millonaria, 17 millones. El material de derribo disponible es casi infinito en cualquier comedia actual sobre los excrementos televisivos. (No estaría de más, por cierto, que los dueños los fueran recogiendo luego en una bolsita). Marcos Cabotá y los dos Borjas, Manso y el guionista Cobeaga recurren de forma casi torrentiana a algunos de los rostros más solicitados por la tele y se ríen, en ocasiones con verdadero acierto, de personajes y personajillos. Como casi siempre que se abusa de los cameos de famosos, la estructura se resiente, pero en su avance hacia un final necesariamente exagerado la farsa nunca se detiene. El espectáculo debe continuar y tampoco hay que dramatizar. Con interpretaciones desiguales (a Goya Toledo casi nadie le sabe sacar partido), «Amigos» oscila entre la osada risa farruquita y lo acomodaticio que resulta alguna decisión, como los colores de los protagonistas. O Cerezo tiene un poder omnímodo sobre la producción en nuestro país o el Atleti debería tener cuatro veces más simpatizantes, a juzgar por su representación cinematográfica.
«Cars 2»
POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
John Lasseter ha contribuido a ennoblecer la palabra secuela tanto como Coppola, y sus «Toy story» son el mejor ejemplo de ello. Ahora, su secuela de «Cars» está igualmente a la altura del original, aunque los coches con boca y ojos no sean comparables a los muñecos con alma y corazón. Curiosamente, Lasseter se ha dado el gustazo de cambiar el foco de su cámara, el protagonismo, hacia su vehículo preferido: Mate, la grúa desvencijada, y se lleva a la estrella, Rayo McQueen, al segundo escalón del podio. Funciona el entrelazado de las dos historias paralelas, las carreras por el campeonato y la de espías a lo James Bond, y tal vez la mayor novedad y gracia sea el esplendor de los fondos, la pintura (o lo que sea) de Tokio, de París, Londres o la muy espectacular de Porto Corsa. A la búsqueda aquí del espíritu Pixar, ése que consigue que te ponga la carne de gallina un robot olvidado en un mundo lleno de basuras o un crítico gastronómico al que se le cierra la úlcera con el sabor y aroma de un guiso, uno se lleva una sorpresa o, tal vez, una decepción: hay grandeza en la relación entre Rayo y Mate, y la trama profundiza en ella con los vaivenes sentimentales entre ambos, pero se les oye demasiado el latir de corazones (lo que ha sido la gran baza de Pixar, la sutileza, se pierde algo en esta franquicia). Pero mejor será no olvidarlo: los niños no buscan, atrapan.
«Bad Teacher»
POR E. R. M.
Cameron Díaz reina en la comedia cochina y depravada como Tarzán reina en la selva, y con su aspecto de comer el mejor jamón es capaz de expresar la misma palabra en su doble sentido: Oh Diosa y odiosa. El personaje más antipático, como por ejemplo una profesora indecente e indeseable, moralmente repugnante, se convierte con ella en el canapé más apetitoso del cóctel. No hay buena intención en «Bad teacher», pero hay tanta vocación de comedia extrema que la risa brota como un sarpullido, y uno se hace cruces ante la bendita maldad de esa maestrilla que enseña todo lo que no debe y que pisotea cualquier esencia, decencia y docencia. La película la firma Jake Kasdan, hijo del gran Lawrence Kasdan, y logra un enredado de cuerda gruesa en el que te columpias alegremente mientras dura la función. Y si uno no atiende a las varias moralejas poco recomendables, no hallará en «Bad teacher» más motivo de escándalo que la geografía de su protagonista.
«El amor de Tony»
POR JAVIER CORTIJO
Desde que Murnau talló en el basalto sagrado de «Amanecer» el canon de los amores inciertos entre chica y chico rudo, un tropel de directores han querido emular tal fórmula maestra de romance basado en choque social, piedra angular sobre la que se sustenta una buena tajada del cine pequeñito «de sentimientos». Alix Delaporte, valeroso él, también ha cedido a la tentación en este filme con alley-oop a Érick Zonca y cuyo afán es hacer creíble, e incluso emocionante, el encuentro entre una bella, casquivana e inestable mujer y un «hombre de mar» modelo Shrek, maduro y algo tarugo. Despiojando la carne para quedarse con el tuétano primordial, el debutante se mantiene al filo de lo imposible gracias a su maña para que sus personajes no caigan muy antipáticos (buen trabajo de Gadebois, que por algo es de la Comédie Française, como recalcan los créditos) y que el truco del niño no resulte cargante. Cineasta a seguir, ea.
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