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¡Viva Kakania!

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El féretro está recubierto por el pendón imperial. El amarillo y el negro sobre los que deslumbra el escudo que reúne las armas imperiales y reales

Día 06/07/2011

El féretro está recubierto por el pendón imperial. El amarillo y el negro sobre los que deslumbra el escudo que reúne las armas imperiales y reales. Y a los pies del féretro, como si le faltara algo a esa regia panoplia, se ha cosido un pequeño escudo de la Union Paneuropea, la decana de las organizaciones europeístas que durante más de dos décadas fue dirigida por quien hoy yace en ese túmulo: Otto de Habsburgo.

La capilla de San Ulrico, en Pöcking, Baviera, es una pequeña joya barroca que apenas se usa ya para el culto, pero que en quince meses ha sido lugar de peregrinación de miles de personas para dar su adiós al jefe de la Casa Imperial Austrohúngara ahora, y el año pasado a su mujer, la Archiduquesa Regina. Quienes acuden a rendirles tributo prueban una vez más el sentido plurinacional de esa corona que al convertirse en dual (imperial por Austria, real por Hungría (Kaiserliche und Köningliche) fue literariamente llamada Kakania haciendo juego con las iniciales de sus títulos. Desde aquí, el último Príncipe proclamado del Imperio y Reino comienza su marcha al encuentro con los restos de sus predecesores.

El próximo miércoles 13, en Mariazell, el gran santuario mariano de los austriacos, sus restos se encontrarán con los despojos de la Archiduquesa Regina, que han aguardado esta hora en el panteón de los Sajonia-Meiningen, su dinastía de origen. Al fin, el sábado 16, en la catedral de San Esteban de Viena, un funeral con representantes de todos los pueblos de la Monarquía danubiana —veinticuatro horas después de morir Otto, dos jefes de Estado habían anunciado ya su asistencia— seguida de un recorrido de los féretros por el centro de Viena hasta llegar a la cripta de los Capuchinos. Kakania vive.

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