La victoria electoral de los «camisas rojas» amenaza con una nueva fractura social en Tailandia
El Ejército promete respetar el triunfo de la hermana del depuesto primer ministro Thaksin Shinawatra, pero está por ver si los seguidores del Gobierno «amarillo» acatan el resultado
PABLO M. DÍEZ
Lo que no pudieron las protestas que incendiaron Bangkok durante dos meses el año pasado, y dejaron 90 muertos, 1.800 heridos y escenas de guerra en la capital tailandesa, lo han conseguido las urnas. Los «camisas rojas», los seguidores del depuesto primer ministro ... Thaksin Shinawatra , han ganado las elecciones celebradas en este turístico país del Sureste Asiático y logrado 263 de los 500 escaños del Parlamento.
Liderado por la hermana de Thaksin , Yingluck Shinawatra, el partido Pheu Thai desalojará del poder al Gobierno «amarillo» de Abhisit Vejjajiva, quien reconoció su derrota y se mostró dispuesto a ejercer la oposición con los 162 diputados que le ha deparado la votación.
A sus 44 años y sin experiencia política, Yingluck Shinawatra no sólo se convertirá en la primera mujer en formar un Gobierno en Tailandia , sino que seguramente amnistiará a su hermano, quien se exilió en Dubái huyendo de una condena a dos años de cárcel por corrupción, para que pueda volver a Tailandia.
¿Fractura en el «país de la sonrisa»?
Tras cinco años en el poder, el populista Thaksin Shinawatra, un antiguo policía que amasó una fortuna con las telecomunicaciones, fue derribado por un golpe de Estado del Ejército en septiembre de 2006 . Aunque los tribunales le vetaron para la política, su partido ganó las elecciones al año siguiente, pero dos polémicas sentencias volvieron a deponer a sendos primeros ministros y devolvieron el Gobierno a los «camisas amarillas» tras las multitudinarias manifestaciones que paralizaron el aeropuerto de Bangkok en noviembre de 2008.
El jefe del Ejército, el general Prayuth Chan-ocha, ya ha anunciado que los militares permanecerán neutrales , pero está por ver si los «amarillos», la élite urbana leal al venerado rey Bhumibol, aceptan el resultado electoral . Su enfrentamiento con los «camisas rojas», campesinos del paupérrimo mundo rural que apoyan a Thaksin, amenaza con provocar una fractura social en Tailandia, el «país de la sonrisa».
«No quiero que sea una victoria del partido Pheu Thai, sino del pueblo», llamó a la reconciliación Yingluck Shinawatra mientras su hermano, en una entrevista concedida a la televisión Thai PBS desde su exilio en Dubái, aseguraba que el resultado electoral era «un paso adelante» . «La gente está cansada de esta parálisis y quiere ver cambios de manera pacífica», explicó Thaksin, quien prometió estar «dispuesto a perdonarlo todo» y que «no habrá venganzas».
Thaksin Shinawatra, en el exilio
En caso de que salga adelante el plan de su hermana de amnistiar a los presos políticos acusados de terrorismo por la revuelta de los «camisas rojas» del año pasado, el ex primer ministro ya ha sugerido que podría regresar a Tailandia en diciembre para asistir a la boda de su hij a. Pero su vuelta podría encender de nuevo los ánimos del Ejército y de la élite política y económica que forman los «camisas amarillas», que podrían manifestarse otra vez contra el nuevo Gobierno surgido de estos comicios.
Nacido en 1949 en Chiang Mai, Thaksin Shinawatra fue policía antes de amasar con las telecomunicaciones una de las mayores fortunas de Tailandia , que le permitió adquirir el club de fútbol inglés Manchester City. Comprando también los votos a los campesinos, a los que entregaba dinero en sus campañas, fue primer ministro desde 2001 hasta 2006, cuando los militares dieron un golpe apoyados por las clases medias y altas urbanas.
A Thaksin se le critica la guerra sucia contra los narcotraficantes del Triángulo Dorado (2.275 ejecutados en tres meses) y la violación de derechos en la lucha contra la insurgencia musulmana en el sur. Pero también se le reconocen la sanidad pública gratuita y los créditos a las rentas bajas. Condenado por corrupción, sigue en el exilio manejando los hilos de los «camisas rojas» pese a que los tribunales le confiscaron la mitad de sus 2.300 millones de dólares.
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