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Nuria Espert ilumina el festival de Almagro

La actriz recibió el premio Corral de Comedias en la apertura del certamen

JULIO BRAVO

Nuria Espert no olvidará la noche del 1 de julio de 2011. La entrega a la actriz del premio Corral de Comedias significó la apertura del festival de teatro clásico de Almagro y fue, más que un homenaje, una declaración de amor de las gentes de la escena. De darle forma se encargaron cuatro de las más sobresalientes personalidades del teatro español —Mario Gas, Josep Maria Flotats, José Luis Gómez y Lluís Pasqual—, además del jurista Antonio Garrigues-Walker. Como testigos, la presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal; la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; Luis Maldonado, alcalde de Almagro; y Nemesio de Lara, presidente de la Diputación de Ciudad Real. Como maestra de ceremonias, la directora del festival de Almagro, Natalia Menéndez.

«Yo creí que Nuria ya tenía el premio». Fue el leitmotiv de todas las intervenciones, que destilaron cariño y admiración a partes iguales hacia una mujer que es leyenda del teatro español y que hoy, cumplidos los 76 años, sigue dictando lecciones de interpretación a lomos de ese comprometido monólogo que es «La violación de Lucrecia», de Shakespeare, actualmente de gira por España. Fueron todas intervenciones teñidas de emoción y envueltas en recuerdos. Gas se inventó el verbo «geniar» para definir lo que le ocurre a Nuria Espert cuando sube a escena. Flotats, exquisitamente tembloroso, se dirigió a ella como Lady Nuria, y destacó su talento, su generosidad, su capacidad de trabajo... y su busto, alabado ya hace unos años, dijo, por el poeta Joan Oliver. Y concluyó pidiendo la canonización de la actriz. En un tono más académico, José Luis Gómez aseguró haber visto, en sus años europeos, a «actrices inolvidables, pero ninguna como ella». Lluís Pasqual echó mano de sus recuerdos de Nuria y recordó la noche en la que la actriz, «literalmente», paró la lluvia en Olite durante la escena del conjuro de «Medea». El último en intervenir, antes de los discursos oficiales, fue Antonio Garrigues-Walker, que destacó que «lo que ha aportado Nuria a lo largo de su vida es ética», y concluyó pidiendo que «nurialicemos España». Cerró el acto la propia Nuria, y habló —no podía haber mejor marco— del honor. «La gente del teatro es generosa con el honor, y que hoy, en estos tiempos de catástrofe global, se llenen los teatros, es porque es un lugar donde encontrar algo real y verdadero, algo ético».

Fue, junto con las inauguraciones de dos exposiciones, el pistoletazo de salida del festival, que hasta el día 24 convertirá Almagro en un gigantesco escenario. La primera función, el nuevo montaje de «El perro del hortelano», con el que Eduardo Vasco se despide de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Un texto espléndido, una versión clara y moderna, un vestuario deslumbrante (Lorenzo Caprile) y la alegría de ver los frutos de la Joven Compañía, con una Eva Rufo majestuosa en su papel de Diana.

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