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Y el teléfono sonó

Como ha ocurrido siempre, Herrera tuvo el calor de su familia durante su toma de posesión como presidente

MONTSE SERRADOR

Llego el día, el de despejar incógnitas y conocer quiénes habían sido los elegidos por Juan Vicente Herrera para configurar su Gobierno. Sin embargo, ni el momento estaba claro y fue el propio presidente el que, antes de su toma de posesión como jefe del Ejecutivo regional, insinuó a los periodistas que sería inmediatamente después de su juramento, sin necesidad de esperar hasta la tarde.

Lo cierto es que esa decisión puso muy nervioso al respetable que llenaba las tribunas del hemiciclo para asistir a la cuarta toma de posesión de Herrera como presidente de Castilla y León. Allí, estaban, como en otras ocasiones (aunque no nerviosos), su hermano Javier; sus sobrinas Paula, Lucía y Daniela, que pusieron la nota más joven a la jornada, y Marisol Martínez, su pareja, con la que el ya presidente sorprendió por sus muestras de afecto a las que es poco dado en público.

Siguieron su discurso, en el que no faltó la parte más emotiva, los representantes de las diferentes fuerzas políticas y sociales de la Comunidad, como los responsables de los sindicatos, de la patronal, de las organizaciones agrarias o de los Consejos (CES, Consultivo y de Cuentas), más tranquilos que la jornada del jueves en la que temían que se tambalease su institución. Diputados, senadores, alcaldes, presidentes de diputación, responsables nacionales del PP y del Gobierno, asistieron a un acto que siguieron decenas de periodistas que esperaban con ansiedad la comunicación del nuevo Gobierno. El propio Herrera se mostró sorprendido de que «hubiera tantos medios en Castilla y León». Antes, entre risas, había comunicado a Óscar López con un «lo siento», que «no formaba parte de su Gabinete», rechazando así el ofrecimiento que el día del Debate le había hecho el líder de la oposición para formar un metafórico «gobierno de concentración».

También en el hemiciclo, algún consejero en funciones preguntaba irónicamente por el lugar que debía ocupar y otro, reclamaba una medalla de las Cortes para «tapar» así su olvido, porque aunque el teléfono ya había sonado, son días de nervios.

Mientras, en los largos pasillos de las Cortes, ciertos consejeros no podían ocultar, incluso antes de la comunicación oficial, que estaban entre los elegidos, y los que no lo estaban tampoco disimularon en exceso su contrariedad, al abandonar enseguida la sede de las Cortes para evitar así cualquier declaración.

Conocidos los nombres, Herrera se prestó a las interpretación, mientras en las filas del PSOE buscaban la figura del vicepresidente que ya no hay pero que, según su opinión, «está en la sombra». También pedían informes, desde las mismas filas, del nuevo consejero de Sanidad, del que poco sabían y no conseguían ubicar. El contrapunto lo pusieron los procuradores del grupo mixto. Para el de IU, José María González, «tanto acto está siendo una tortura institucional». Para el de UPL, Alejandro Valderas, «llevamos cinco semanas triunfales». Está claro que darán la nota.

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