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La noche y el volante, una amenaza patente

Una joven murió tras ser atropellada por un automovilista bebido; otros crearon pánico

A. M. P.

Los accidentes de tráfico, la pandemia juvenil por antonomasia, acaban con muchas vidas y parten por la mitad otras tantas. La carretera tiene un millón de formas distintas de cortarle a uno las alas cuando el despiste o la imprudencia le dan una coartada. Tamissa Santoro dos Santos, brasileña residente en Oleiros, tenía solamente 21 años. Murió el día 14 de este mes. La atropelló Alberto Piriz. Dos décadas mayor que ella, conducía una furgoneta y su positivo en alcoholemia fue muy elevado, cuatro veces por encima del máximo autorizado. La joven paseaba con su pareja —que resultó herido— por la avenida Salgado Torres, a la altura del cuartel de la Policía Nacional de Lonzas. En la zona, no había aceras ni iluminación.

El vehículo los arrolló y arrastró a la chica más de cien metros. Acabó tendida en el asfalto, y su novio, según un testigo del accidente, «tenía la cara ensangrentada pero estaba tremendamente nervioso, mirando para ella y llorando, gritando...». Se iban a casar. La familia de la víctima comentó que habían ido a la Grela a pasar «un rato ameno, y lo que querían era llegar al Birloque, coger un taxi y regresar a casa». «Mirad esta tragedia que nos ha pasado», indicaron a ABC los padres de esta muchacha. Sus días, ahora, son monótonos.

El juez que metió en prisión al único sospechoso, acusado de homicidio imprudente, lesiones y cargos contra la seguridad vial, lo dejó libre poco tiempo después. Estimó que la pareja no respetó una señal que prohíbe el paso y que iban con ropa oscura, por una vía en obras y sin luz. Solicitó otro informe policial que incluya todos los detalles gráficos, tras calificar al inicial de «deficiente». A tenor de este documento, considera el magistrado que el hecho de que el automovilista guiase bajo los efectos del acohol no significa que sea el culpable del siniestro mortal. La abogada defensora puntuó con un diez esta actuación, «por el compromiso y responsabilidad». El informe recoge que el coche circulaba muy rápido. María Enelde, madre de la chica, lanzó un claro mensaje ante la deriva del caso en la Justicia: «Esperemos que el conductor no aproveche esta ilógica medida para acabar con otra persona».

Su preocupación está relacionada con la estación estival, vacaciones y fiestas... Época en la que el alcohol amenaza con tomar el volante. En las últimas semanas, noticias de conductores ebrios copan la actualidad. La Policía Local de Ourense interceptó a dos, de 37 y 19 años. Circulaban bebidos e iban saltándose todos los semáforos en rojo. También se divertían haciendo trompos. Uno duplicaba la tasa de alcoholemia, y el otro la triplicaba. El límite está fijado en 0,25 y superar la tasa penal —0,60— implica la tipificación como delito. Otro vecino de A Veiga se dio a la fuga a gran velocidad luego de que los agentes le diesen la orden de alto en un camino rural. Dada la temeridad con la que reaccionó al ver este aviso, los guardias no tuvieron más remedio que arrojarse al suelo para evitar un atropello. El último diciembre, dos jóvenes fallecieron al regresar de una discoteca.

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