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Cocinero de la política

Restaurador y político, Cecilio Lera atrae a sus fogones en Castroverde a personalidades y comensales de todo el mundo

Cocinero de la política

ISABEL JIMENO

El «boca a boca» sobre una base de «buena cocina» aderezada con don de gentes pese a su reconocido «carácter áspero» y regada con los mejores vinos, entre los que no falta el suyo, «La senda de los frailes», del que presume con pasión. Son los ingredientes de la receta que desde hace años cocina al fuego lento de su pausada y rasgada voz Cecilio Lera. Restaurador, político, viticultor, cazador, enamorado de los burros, los caballos y los perros, poeta y amante de los toros... Un «bohemio», maestro de la imagen y doctor en las relaciones públicas que se ha colado estos días en la prensa por lograr sentar en una mesa a dos paisanos, pero rivales en el ruedo de la política, como el presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y el de la Junta de Castilla y León, el popular Juan Vicente Herrera. La fotografía que inmortaliza el momento entra a formar parte de grueso álbum de imágenes abierto en las paredes del «Mesón El labrador», ese rincón de decoración tradicional que atrae a selectos paladares de todo el mundo.

En plena Tierra de Campos, de cereales y palomares, en Castroverde de Campos, un pueblo zamorano de medio millar de habitantes por el que no se pasa por casualidad, Cecilio Lera ha logrado cuajar su peculiar milagro. Zapatero y Herrera son las últimas personalidades que se han sentado a la mesa de esta casa de comidas que desde que comenzó a funcionar en 1978 acumula en su libro de reservas a miles de comensales que hablan distintas lenguas para degustar sus pichones, perdices o foie, entre otras viandas marca de la casa.

Ambos presidentes se interesaron por la salud de Cecilio Lera cuando sufrió un achaque en 2009 y prometieron una comida conjunta a su recuperación. Lo que no consiguen las agendas oficiales de la política, lo consigue la amistad. Desde marzo de 2010 estuvieron haciendo «encaje de bolillos» para cuadrar fechas. «Tenía que ser un martes porque yo es el día que libro», advierte este afamado restaurador de inconfundible bigote que ha dado la vuelta al planeta con sus guisos de cocina española impregnados de la esencia francesa que aprendió en la Escuela Internacional de Suiza.

Y este martes, con el director de Marca, el también castellano y leonés Óscar Campillo, como compañero, compartieron mesa, mantel y conversación de gastronomía, vinos, Castilla y León, poca política y mucha amistad, además de recordar las cuentas pendientes de Junta y Gobierno con Castroverde. «De política sólo hablé yo», aclara este socialista hasta la médula, enfadado por algunas declaraciones puestas en su boca. «Sólo dije a Zapatero al entrar: “No se te ocurrirá adelantar las elecciones” y me contestó: “Cecilio, ten por seguro que no”. Ni más ni menos. Lo demás, habladurías».

Agradecimiento real

«A la gente se le gana por el estómago», afirma Cecilio Lera como el secreto de haber conseguido que por su mesón se hayan acercado políticos como su gran «amigo» Gregorio Peces Barba, toreros como su admirado Joselito, futbolistas de Primera, empresarios como Amancio Ortega y colegas de profesión como Arzak o Martín Berasategui. «Si no nos caza la prensa o alguien se va de la lengua, nadie se entera», asegura quien se define como «discreto».

También hay extranjeros que cada año hacen un hueco para acercarse a este mesón que presume de «las mejores jornadas de caza» y suculentas matanzas. Precisamente, a punto de comenzar la entrevista, su mujer, Minica —maestra también en la cocina, junto a sus hijos Luis y Omar— le entrega una carta procedente del Palacio de La Zarzuela. Es el agradecimiento de la Casa Real por los embutidos caseros remitidos a su Majestad a través del presidente del Gobierno. Agradecido e ilusionado, pero sin más sobresaltos. No es la primera vez que hasta Castroverde de Campos llega una misiva así. En el libro un sin fin de anécdotas y muchos clientes por llegar. El teléfono de la cocina y de Cecilio Lera no paran de sonar.

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