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«Me dio un bajón muy grande»

Yago Lamela obtiene el permiso del psiquiatra para salir del hospital de Avilés, al encontrarse «mucho mejor»«Coincidieron varias cosas negativas y mis padres se preocuparon mucho», dice el ex atleta

«Me dio un bajón muy grande» SERGIO LÓPEZ

M. Á. B.

Yago Lamela despejó ayer los negros nubarrones que se habían formado sobre su mito. El mejor saltador de longitud de la historia del atletismo español abandonó la unidad de psiquiatría del Hospital San Agustín de Avilés, donde había permanecido ingresado cinco días como consecuencia de un cuadro depresivo. Los médicos le han permitido pasar la noche en casa, aunque hoy tendrá que pasar una nueva consulta para analizar su evolución. A su salida del centro sanitario se mostró animado y comunicativo. «Me dio un bajón muy grande por la coincidencia de varias cosas negativas y mis padres se llegaron a preocupar mucho», declaró a Efe. Sus progenitores —en cuya casa volvió a instalarse hace un mes tras regresar de Estados Unidos, donde estudiaba Informática— le pidieron que acudiera al hospital para tratar de resolver sus problemas. «Ahora estoy mucho mejor después de pasar un mal momento».

Solidaridad en la red

El triple subcampeón mundial (dos veces en pista cubierta y una más al aire libre) agradeció los buenos deseos y las muestras de apoyo que ha recibido, así como «el increíble trato» que le han dispensado en la unidad de psiquiatría en la que ha estado internado. Su enfermedad ha sido llevada con exquisita discreción por el hospital y por el entorno de Lamela, y ha generado una ola de solidaridad en las redes sociales por parte de gente del mundo del atletismo —como la también saltadora Concha Montaner— y aficionados.

Yago Lamela, nacido en Avilés hace 33 años, dejó el atletismo en 2009 después de sufrir varias lesiones en los tendones que minaron no solo su portentosa zancada, sino también su moral. En 2006 se sometió a un plan de «reconstrucción» física y anímica en la Escuela de Medicina del Deporte de Oviedo. Un año después se operó en Finlandia de una tendinosis con la esperanza de volver a la competición e incluso disputar los Juegos Olímpicos de Londres, pero tras la rotura de un gemelo en un entrenamiento se rindió

definitivamente. Descartó seguir vinculado al deporte y se dedicó a otras actividades: estudios de piloto comercial de helicópteros y los referidos de Informática.

Labró su enorme prestigio en el Mundial de Maebashi de 1999, cuando saltó 8,56 metros asustando a un Iván Pedroso que creía tener los deberes hechos. El cubano se fue in extremis hasta los 8,62 para llevarse el oro. La plata de Lamela significó el récord europeo en pista cubierta, que permanecería imbatido una década: el alemán Sebastian Bayer se lo arrebató con una marca de 8,71 metros durante los campeonatos de Europa celebrados en Turín. El asturiano se mantuvo en la élite hasta 2004, saltando habitualmente más allá de los ocho metros y protagonizando varios duelos con Pedroso, aunque las lesiones no le permitieron brillar en una Olimpiada.

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