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Vargas Llosa se declara a Carmen Posadas

Vargas Llosa se declara a Carmen Posadas ABC

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Su galanura y su donaire de caballero indiano con posibles todavía las trae locas aunque las nieves del tiempo ya hayan plateado su sien. Pero pocos escritores son tan queridos no sólo por sus lectoras, sino también por sus colegas, no tanto del sexo opuesto sino más bien decididamente partidarias de don Mario Vargas Llosa.

Su escritura embelesa (también a los varones, claro), pero su palabra seduce y engatusa. Escuchar a don Mario es uno de los últimos placeres que van quedando en este mundo. Y puestos a engatusar, engatusada ha quedado la también escritora Carmen Posadas, quien echando mano tambièn de sus persuasivas dotes de seducción ha conseguido que el Nobel haga un hueco en su atareadísima y maltrecha agenda, sobre todo desde la entrega del galardón, y le conceda una entrevista exclusiva que este fin de semana se publica con el suplemento XL Semanal

En ella, Vargas Llosa se declara a Posadas, y conversa (realmente no ha dejado de hacerlo desde aquellos viejos tiempos en La Catedral), escucha y repasa con su verbo siempre encendido pero sereno la actualidad. Desde la crisis («Tenemos que ser optimistas») hasta la actualidad política de su Perú («Humala es el mal menor para mi país»), pasando por el movimiento de los indignados («Apartarse del sistema es peligroso cuando se viene de cuarenta años de dictadura»), el auge que vive la América Latina, la querida fundación humanitaria con la que colabora (Ayúdales a Vivir), y las mujeres, una pasión a la que don Mario sólo ha defraudado por razones estrictamente literarias. Porque no me dirán que no recuerdan a la Amalia de «Conversación en La Catedral», a la Tía Julia, claro, o la Urania Cabral de «La fiesta del chivo». ¿O acaso se olvidaron de La Brasileña y Pechuga, las eficientísimas funcionarias del capitán Pantaléon Pantoja.

«Las cuotas son muy peligrosas. Creo que las mujeres no quieren ser reconocidas de esta manera impositiva, sino creando unas condiciones en las cuales puedan competir de igual a igual con los varones».

Palabras, mayores, como casi siempre, de don Mario Vargas Llosa

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