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VIVIR EN SAN BORONDÓN

Más allá de los símbolos

Difícil saber qué es peor intencionado, si ocultar las banderas o colgar trapos sucios de las astas

JOSÉ FRANCISCO FERNÁNDEZ BELDA

Por un evidente deseo de confundir y enfrentar a los ciudadanos, se ha asistido en las últimas décadas a un cuestionamiento, políticamente interesado, de los símbolos que representan a la nación. En el País Vasco, con mayor repercusión mediática, y en Cataluña, con mayor efectividad práctica, se ha dado en llamar «guerra de las banderas».

En una de las calles de Vegueta, en la capital grancanaria, está ubicada la sede de la Jurisdicción de Menores de Las Palmas del Gobierno de Canarias. Si el estado de la bandera española que ondea es lamentable —lo de que ondea es sólo una figura retórica—, el de la canaria es de todo punto incalificable. Es un grito a la desidia y al despropósito, probablemente también un insulto a los símbolos de la patria grande y de la patria chica, a los de España y a los de Canarias. Lo peor del caso es que se produce este hecho en unas dependencias oficiales. Es difícil saber qué es peor intencionado, si ocultar las banderas o colgar harapientos trapos sucios de las astas.

Sin pretender agotar lo que puede verse en nuestras calles, sirvan tan sólo de muestra, y de claro ejemplo a tener en cuenta, las banderas de Italia y de Colombia que ondean en las sedes de sus respectivos consulados, o la de España en el Parque de San Telmo. A nadie en su sano juicio se le ocurriría pensar que sean los símbolos de Silvio Berlusconi, de Juan Manuel Santos o de José Luis Rodríguez Zapatero.

Cabe preguntar al alcalde y a los concejales que aún siguen en funciones por aquel épico y legendario proyecto de utilizar el mástil instalado junto a la fuente luminosa para instalar unos molinillos eólicos que producirían energía eléctrica suficiente para poder mantener calentito el café mañanero en alguna oficina municipal. En particular, preguntarle a Néstor Hernández, el abanderado de la causa (nunca mejor dicho) y si es que la cosa pasó de simple ocurrencia, de esas que se aprenden en dos tardes si el maestro es Jordi Sevilla y el alumno Zapatero.

Si esos encargos se hicieron, ¿ya se pagaron o figuran registrados entre las facturas o minutas pendientes de pago, poniéndolas en cola como las de cualquier otro proveedor que reza a la Virgen del Pino para que interceda y le abonen lo que le debe? Antes de que lo piense estimado lector, ahora ya creo que responder les importa tanto como el higo de la foto... pero, en mi opinión, mejor quedaría volver a colocar allí la bandera de esta isla, «pasando un kilo» de volver a retomar cansinas discusiones sobre de quién fue la idea. Creo que así gana Gran Canaria y se archiva la insensatez, si es que el viento no hizo ya el gran servicio de hacerla volar hace ya algún tiempito.

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