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La carencia de liderazgo lastra a la ERC más débil

La baja de militancia del ex presidente se suma a la decadencia galopante de Esquerra

La carencia de liderazgo lastra a la ERC más débil INÉS BAUCELLS

JANOT GUIL

Llevaba tiempo alejado del partido y su marcha se vaticinaba por los entendidos; pero eso no atenúa el estruendo que causa cuando anuncia por carta que rompe el carné de militante de ERC. Él desvincula su despedida de los últimos y catastróficos resultados de su ya ex partido en las autonómicas y las municipales. Se centra más en alegar discrepancias con la actual cúpula del partido... Pero a renglón seguido no se olvida de recordar por enésima vez que con él ERC llegó al techo electoral (desde la República). Josep Lluís Carod-Rovira comunicó el pasado viernes su baja de ERC y abandona un barco que lleva mucho tiempo haciendo aguas, y a la deriva.

Tras la debacle del 22-M —ERC perdió 80.000 votos y 200 ediles respecto a 2007— , la actual cúpula del partido, liderada por el presidente Joan Puigcercós y el secretario general Joan Ridao, a los que Carod acusa de conspirar para arrinconarle , anunció que dimitían en bloque y seguían como interinos hasta el próximo congreso de la formación a celebrar en otoño. Tras otro batacazo anterior, el de las autonómicas del 28-N de 2010 —pasaron de 21 a 10 escaños— anunciaron el mismo gesto... y allí siguen.

Esquerra afronta ahora un futuro nublado de malos presagios, al que llega precisamente por muchas de las circunstancias que de nuevo se revelan a propósito de la marcha del que fuera su presidente desde 1996 hasta 2008. En la era postpujoliana, y de la mano de Carod (no porque él insista en repetirlo deja de ser cierto), Esquerra, con un discurso independentista retroalimentado por las críticas de sus antagonistas, holló la cima en las autonómicas de 2003, con 23 escaños, y su éxito tuvo eco en 2004, con 8 escaños en el Congreso. Fue después de que Carod encabezara la lista a las generales como desafío a su marcha forzada de la vicepresidencia del primer tripartito tras destapar ABC su cita con ETA en Perpiñán.

Sin embargo, con los años, el desgaste de formar parte de dos gobiernos tripartitos consecutivos de pura ruina, las luchas intestinas para hacerse con el control del partido y la atomización de la militancia independentista —un división celular originada en parte en el sí de ERC, de donde salieron formaciones como Reagrupament o Esquerra independentista—, han minado el proyecto.

Entre batallas cainitas y espectaculos ridículos en la Generalitat, Carod y su Esquerra se han quedado en la miseria. Y de todo, lo que más le dolerá a ERC y al Josep Lluís de la República Popular China —que avisa: quiero seguir en política— es haber hincado la rodilla cuando, justamente, el independentismo está en auge. Ya sea con iniciativas gaseosas como la convocatoria de referendos secesionistas no oficiales, o con los sólidos y pujantes resultados electorales de las candidaturas asamblearias de las CUP (Candidaturas de Unidad Popular).

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