Embajadores in extremis y el PP

En el PP, según se dice en los pasillos del Ministerio de Exteriores, hay bastante malestar con el Gobierno porque, cuando quedan pocos meses para el final de la legislatura, sigue nombrando embajadores entre los altos cargos del departamento, no sólo en destinos de menor importancia, sino también en plazas relevantes. Así, por ejemplo, acaba de pedir el plácet para que Luis Felipe Fernández de la Peña vaya a la Embajada en Moscú, y prevé hacerlo también para que Alfonso Lucini sea embajador en Roma, en sustitución de Luis Calvo , que podría ir a Suecia. Además, hace pocas fechas nombró embajador en El Salvador a Enrique Ojeda , un diplomático muy cercano al PSOE y al vicepresidente Manuel Chaves. Los populares dicen que, si llegan al Ejecutivo, esas decisiones les atarán las manos a la hora de los nombramientos o se verán obligados a dar la mala imagen de cesar a un embajador solo unos meses después de ser nombrado, porque no resulte de su plena confianza.

Chasco de la embajadora ante el Vaticano

La nueva embajadora ante la Santa Sede, María Jesús Figa , se encontró en una situación delicada en uno de los primeros contactos con sus interlocutores en el Vaticano. La embajadora descubrió lo erróneo de la información que se le había suministrado en el sentido de que la Santa Sede estaba dispuesta a ser cosignataria de un Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso que lleva el nombre del Rey Abdala ben Abdulaziz de Arabia Saudí y que tendrá su sede en Viena. El Gobierno español apoya decididamente la iniciativa, que cuadra perfectamente con la Alianza de Civilizaciones, y así lo planteó la diplomática. La respuesta que recibió, sin embargo, le dejó claro que la Santa Sede no tiene el mismo entusiasmo por la idea y que, a lo sumo, enviará al centro a alguien como observador, entre otras razones, porque Arabia Saudí, donde están prohibidas las iglesias cristianas, no es precisamente un modelo de tolerancia y diálogo entre las religiones.