«No voy a seguir». Con esta escueta frase, Lucas Alcaraz daba ayer por finalizada su etapa como entrenador del Córdoba CF. Una decisión que ha tomado después de que José Romero, propietario del club, le confirmara en la reunión que mantuvieron el miércoles en la sede de Prasa, como informó ayer este diario, que venderá la entidad blanquiverde.
El granadino se marcha después de dirigir al equipo durante dos temporadas completas, un récord en la historia del club en las últimas décadas. Cumplía contrato el 30 de junio y la inminente venta de la SAD cordobesista le impedirá continuar al frente del banquillo, aunque era el elegido por Romero para seguir en el cargo si hubiera continuado como dueño.
Alcaraz compareció con una «chuleta, como los malos estudiantes», aunque luego no la utilizó. Contuvo las lágrimas como pudo, aunque se le notaba especialmente emocionado, sobre todo durante los aplausos que recibió de la Prensa a modo de despedida cuando finalizó su intervención. Curiosamente, no estuvo acompañado por ningún dirigente en la mesa, pero el consejero Ernesto Hita representó a la entidad en el acto.
El preparador granadino explicó que «mi continuidad» en el club estaba «ligada» a que «Romero continuase como dueño», pero en la cita del miércoles con el máximo accionista recibió la comunicación de que la venta «es inminente», así que decidió «anunciar mi despedida».
Alcaraz agradeció al cuerpo técnico, a Romero, a Salinas, al Consejo, a los empleados, a los medios y a la afición por haberle hecho «sentirme siempre valorado, admirado y respetado como en ningún sitio». Y lleva 21 años consecutivos entrenando, «y quiero seguir haciéndolo». Incluso, aclaró que su relación con Zubillaga «como dijo él, fue una relación profesional aceptable y nunca me lleve mal con él». También matizó un posible distanciamiento con Salinas. «No voy a entrar en eso, simplemente creo que se ha encontrado unas circunstancias muy especiales».
Su mejor momento fue «la Copa», que «mezcló la ilusión grandísima de vernos en una situación poco normal para el Córdoba con la decepción de la eliminación», porque quizás «ahí se resumió todo lo bueno y malo que nos ha pasado, ya que teníamos el caramelo en la boca y se nos escapó». En la Liga se quedó con «el arranque ilusionante del año pasado» y la reacción del equipo «este año entre enero y marzo».
Alcaraz tiene claro que la única receta para que el Córdoba siga creciendo en el fútbol nacional «es tener más estabilidad, más normalidad y sanearse (económicamente)». Y añadió que es básico que la institución «recupera la normalidad, la gestión y que haya tranquilidad».
El técnico se mostró muy «orgulloso» del grado de «sobreimplicación» que le exigió el proyecto ante todo tipo de circunstancias, aunque sin quejarse por haberse sentido solo en ocasiones «por la situación de interinidad constante, de incertidumbre y de preocupación por el futuro» ante la posible venta.
Alcaraz se va con la «recompensa moral» de haber tenido al Córdoba «en una situación estable» y siempre fuera «de las quinielas de los equipos que podían descender». Se marcha «seducido por Córdoba y por el Córdoba CF» y admitiendo públicamente que «me hubiera gustado seguir en el proyecto del año que viene, a pesar del riesgo que conllevaba, pero ese tipo de proyecto lo he llevado con éxito en otros sitios».
