La Amazonía brasileña ha perdido unos 2.600 millones de árboles (que se extendían a lo largo de 612.000 kilómetros de selva) desde que comenzó la colonización portuguesa en Brasil. Los datos, hasta 2002, han sido divulgados por el Gobierno brasileño.
De acuerdo con un estudio del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), desde que el considerado pulmón vegetal del mundo comenzó a sentir los efectos de la acción humana, la Amazonía ha perdido cerca del 15,3% de las selvas que antaño se repartían a través de unos 4 millones de kilómetros cuadrados sólo en Brasil.
El proceso de deforestación se ha acentuado en las últimas cuatro décadas y concentrado en los bordes sur y este de la Amazonía, donde la selva lucha contra el avance de agricultores interesados en aumentar sus áreas de cultivo.
«Apenas un 15% del área devastada es usada para la agricultura. Un 30% está recuperando su cobertura vegetal: alguien la desforestó, retiró la madera y los otros recursos y la abandonó», explica el ingeniero forestal André Almeida.
«Por volumen, 4.700 millones de metros cúbicos de madera fueron eliminados por la deforestación en las selvas de la Amazonía Legal hasta 2002», agrega el informe. FOTO: WWF
Biomasa perdida y CO2 no retenido
La Amazonía Legal es el territorio de Brasil que ocupan los 775 municipios con selvas amazónicas: 5 millones de kilómetros cuadrados -equivalente al 59% del territorio brasileño- donde viven 24 millones de personas. Dicha demarcación, según el IBGE, posee la mayor biodiversidad, el mayor banco genético y la quinta parte de la disponibilidad de agua potable del mundo. La región concentra un 45% del agua subterránea potable de Brasil. Y su subsuelo, formado por rocas sedimentarias, posee un gran potencial para la explotación de petróleo.
La histórica deforestación de la Amazonía ha sido responsable de la eliminación de 23.000 millones de toneladas de biomasa (el 12,7% del total) y de la emisión de 6.600 millones de toneladas de dióxido de carbono.
«En 2002 había cerca de 157.000 millones de toneladas de biomasa y de 45.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (retenido) sobrantes en la Amazonía Legal», concluye el IBGE.
Aún quedan tribus no contactadas en algunos puntos de la selva amazónica. FOTO: SURVIVAL
Revolución económica y social
Por otra parte, el Gobierno de Brasil ha considerado que la construcción -en plena Amazonía- de la polémica hidroeléctrica de Belo Monte, que ha obtenido hoy la licencia de obras definitiva, supondrá «una revolución económica y social» para la región.
El ministro brasileño de Minas y Energía, Edison Lobão, ha recordado que la obra va a generar 20.000 empleos directos y 80.000 indirectos en el estado amazónico de Pará, donde se va a ubicar Belo Monte, que comenzará a operar en 2015 y tendrá una capacidad máxima de 11.233 megavatios.
La puesta en marcha de la tercera hidroléctrica más grande del mundo ha desatado las críticas de los ecologistas, indios y campesinos, que aseguran que 50.000 personas se verán desplazadas de su hogar. Pero Lobão ha reiterado que la presa no va a perjudicar a ninguna de las once comunidades indígenas que viven en la región, pues la zona inundada estará a 31 kilómetros de la tribu más cercana.
«El plan de Belo Monte es el más cuidadoso que hemos hecho. No solo vamos a mitigar los efectos de la construcción, sino también vamos a transformar esos municipios en ciudades con gran calidad de vida urbana -pavimentación de calles, instalación de una completa red de alcantarillado, edificación de escuelas y ambulatorios de salud-», sostiene la ministra de Planificación, Miriam Belchior.