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ARTES&LETRAS. PORTADA

Jan Harlan: «Para Kubrick, “Eyes Wide Shut” fue su mayor logro»

Artes&Letras habla con el amigo y fiel ayudante de producción de Stanley Kubrick durante treinta años, a quien Cinema Jove dedica un ciclo en su XXVI edición, que arranca el 17 de junio

Jan Harlan: «Para Kubrick, “Eyes Wide Shut” fue su mayor logro»

MARTA MOREIRA

A lo largo de treinta años, Jan Harlan fue la «sombra» de Stanley Kubrick, su hombre de confianza. Aunque siempre se mantuvo alejado del foco mediático, su nombre figura en los títulos de crédito de muchas de las obras maestras del director neoyorquino, desde «La naranja mecánica» (1971) hasta «Barry Lyndon», «El resplandor», «La chaqueta metálica» o «Eyes Wide Shut», película esta última que Kubrick consideraba «su mayor contribución al arte cinematográfico», según revela a Artes&Letras el propio Harlan. Después de recibir homenajes este año en Cannes y Sitges, el productor alemán visitará en junio el festival Cinema Jove de Valencia, que en su XXVI edición dedicará un ciclo a su propia filmografía como director de documentales -la mayoría relacionados de una forma u otra con el universo de Kubrick- y a las producciones en las que ha trabajado como productor, entre ellas «A.I. Inteligencia Artificial», historia rodada en 2001 por Steven Spielberg.

A la muerte de Kubrick en 1999, Harlan salió a la palestra para reivindicar la figura de quien también era su cuñado, aprovechando el proceso para despojarlo de los falsos mitos que siempre han perseguido al autor de «2001. Una odisea del Espacio». Su primera tentativa en este sentido fue el documental «Una vida en imágenes» (2001), narrada por Tom Cruise, en la que se retrata la carrera profesional y vital de Kubrick, desde su infancia hasta su muerte. Escrita desde la perspectiva intimista de quien fue uno de sus más fieles compañeros, la cinta recoge testimonios de directores como Woody Allen, Alan Parker, Martin Martin Scorsese o Steven Spielberg, así como actores de sus películas, como Shelley Duvall, Nicole Kidman, Jack Nicholson o Sydney Pollack, junto a los colaboradores habituales del director.

¿Qué hay de cierto en la idea instalada de que el perfeccionismo y la tiranía de Kubrick volvía locos a sus actores en los platós de rodaje? «Eso fue un invento de los periodistas, basados en chismorreos -aclara Harlan-. Los actores adoraban trabajar con Kubrick y apreciaban que no hubiese presión por el tiempo, porque les daba la oportunidad de perfeccionar sus interpretaciones. Esto no es contradictorio con que se produjese de vez en cuando algún conflicto». A pesar de lo que suele decirse, «Kubrick solía estar muy satisfecho de todas sus películas, a pesar de que cada una de ellas suponía una lucha cuesta arriba. ¡Es tan fácil hacer una película y tan difícil hacer una buena, que perdure en el tiempo!. Kubrick no sólo tenía un enorme talento, sino la capacidad de ser consciente de estar rodando algo importante. Para mí, eso es casi un milagro».

Uno de los intérpretes más reconocibles de Kubrick fue el enigmático actor británico Malcolm McDowell, protagonista de «La naranja mecánica», en el que Harlan centró otro documental, también programado en Cinema Jove, titulado «O Lucky Malcolm!» (2006).

Recuperar «Napoleón»

Pero la labor de Harlan como baluarte de Stanley Kubrick no acaba aquí. Entre sus proyectos de futuro figura el rodaje de un documental junto a Erik Nelson sobre el fallido proyecto de «Napoleón», una historia hecha a la medida del realizador norteamericano, «porque se centraba en un hombre de mucho éxito y talento que finalmente tuvo que culparse a sí mismo de su caída y del desastre que había generado a su alrededor. Esta película encajaba a la perfección en el estudio cinematográfico que realizó Kubrick de la insensatez y la vanidad humana», explica Harlan. Este proyecto -truncado después de que MGM le retirara su apoyo en 1970 por miedo a coincidir en las pantallas con el «Waterloo» protagonizado por Rod Steiger-, podría ver la luz en un futuro próximo.

«El argumento de esta historia sigue siendo muy relevante para nosotros hoy en día, por eso estoy buscando a un director adecuado para llevarla al cine. Creo que Ang Lee o Roman Polanski podrían ser una buena opción», señala. Cualquiera de estos dos directores serían también idóneos para otro de los proyectos que nunca vieron la luz, «The Aryan Papers» («Los documentos arios»), basada en la novela de Louis Begley «Wartime lies» («Mentiras en tiempos de guerra»).

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