Pérez destroza el legado de Aguilar y ofrece el PSC al presidente del «ocaso»
El secretario general definió así a Rivero tras el último Debate de la Nacionalidad, y aseguró que se iría de la cúpula socialista si no se reconocía en el duro discurso contra CC. Catorce meses después, ha empezado a repartirse el poder con los nacionalistas
JAVIER REYES
Este es el partido que yo quiero. Es el que me entregas, con otras caras, pero seguiré adelante con tu discurso, y yo estaré ahí, y cuando no me reconozca, me iré. Es la hora de la coherencia con la sociedad». Eran las encendidas palabras ... de José Miguel Pérez de reconocimiento a Juan Fernando López Aguilar cuando cogió su relevo al frente de la secretaría general de los socialistas canarios tras la celebración de un congreso extraordinario en marzo del año pasado en el que planteaba guerra al por entonces gobierno CC-PP. «No puede haber tregua con un Gobierno que no hace suyo acabar con las desigualdades. Hay que ir a un cambio que la gente quiere, porque lo que se quiere y se puede, se debe acometer», decía en esa feliz fecha del 21 de marzo de 2010. En poco más de un año, su hoja de ruta se ha desdibujado de tal manera que ayer se sentó dos horas con Paulino Rivero para sentar las bases de un pacto de gobierno que de la Presidencia al candidato nacionalista, un hecho que nunca hubiera acometido el hoy eurodiputado, que manejaba un discurso tan duro como convincente contra Coalición Canaria, histórico enemigo político del PSOE en el Archipiélago.
Poco queda de la histórica posición del partido en las Islas. «Hay que ir a un cambio que la gente quiere», decía en el último Congreso
«Todo va a cambiar», decía en el cierre de campaña. Y ha cambiado. Pérez, siguiendo los deseos de Ferraz, ha forzado una alianza con CC que aleja al PSOE canario de la militancia y de la izquierda, como el lunes le recordaron a las puertas de la Ejecutiva regional, y que pone en una situación muy difícil al partido en Tenerife, La Palma y El Hierro. En el ultimo Debate del Estado de la Nacionalidad, incluso, definió a Rivero como el presidente del «ocaso», que tiene «una forma de entender Canarias que debe ser totalmente diferente y nos deje de situar en el fondo de las cosas».
Su presidente del Grupo Parlamentario, el palmero Manuel Marcos Pérez, castigó ese día la gestión de Rivero diciendo, por ejemplo, que «el Gobierno de las personas se salda con más familias bajo el umbral de la pobreza». Tildó de «fracaso estrepitoso» su labor en sanidad, educación y servicios públicos, y a ese presidente, desde ayer ha empezado a entregarse el PSOE con el fin de cambiar las cosas en Canarias. José Miguel Pérez, con su habitual perfil bajo, no ha sido muy generoso en lanzar adjetivos contra Rivero, pero ha marcado distancias, especialmente, en los servicios públicos. «Ha llegado el momento de un alisio de transparencia, porque se agotó el tiempo de esta política», dijo hace algunas semanas. Pero esta política va a seguir. Los socialistas pierden la oportunidad histórica de aislar a CC, y saldar viejas cuentas pendientes como la moción de censura de 1993. Habrá que ver cómo transigen con la Policía Canaria, uno de los proyectos estrella de CC denostado por los socialistas y con la Ley de Dependencia, que el Gobierno regional creen que no ha financiado como debería.
Rivero, muy satisfecho de los supuestos acuerdos pactados en Madrid —el enigmático Plan Canarias aparte—, ha sido bastante cordial en el último año y medio, y apenas ha llegado a calificar al PSC de partido «desnortado» más pendiente de «cuitas internas que de los problemas canarios». No obstante, eso no es óbice para sellar un acuerdo con el PSC bajo el criterio de la «estabilidad» para las Islas.
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