CICLISMO - GIRO DE ITALIA — ETAPA 13
«¡Contador! ¡Matador!»
Certifica su total dominio en el Grossglockner, donde cede la etapa a Rujano y distancia al valiente Antón y al resto
J. GÓMEZ PEÑA
A Contador, el tremendo Grossglockner se le quedó ayer corto. Vino a verlo en abril. A palpar el glaciar. A asomarse a esta ventana austriaca sobre los Alpes. Aquel día no sabía que la meta de la decimotercera etapa del Giro no estaba en la ... cima del puerto, sino unos kilómetros más abajo. Así que tiró hasta arriba, entre paredes de nieve . «¡Joder qué puerto!». Parecía un alpinista. Casi se asustó. Luego ya se enteró de que en mayo no tendría que pedalear tanto; 'sólo' trece kilómetros. Poco para él y Rujano, el único que le siguió. Tanto para el resto. En la televisión italiana, la locutora del Giro repetía: «¡Contador! ¡Matador!». El tópico taurino vale esta vez. A falta de subir el Zoncolán tras la suspensión del paso por el Crostis , Contador clavó ayer una de sus mejores estocadas. Hasta la bola. Toreó como quiso: regaló la etapa a Rujano y distanció en minuto y medio a Gadret, al valiente Antón, Scarponi, Nibali, Kreuziger y a Menchov. Ya los tiene a más de tres minutos en la general . Y sin subir hasta arriba del Grossglockner.
A medida que las nubes oscurecían la cima glaciar, el Giro se fue aclarando. Y eso que los dos primeros en la meta, Rujano y Contador , el líder total, contaron un par de mentirijillas. Al madrileño le preguntaron si había regalado la etapa al menudo venezolano y lo negó con una sonrisa cómplice. A Rujano le preguntaron por su altura y se puso de puntillas: «1,62 metros», dijo. Falso. No llega al 1,60 ni a los 50 kilos. Ya se sabe, los centímetros cuentan. Los hombres siempre exageran. Rujano, aquel revolucionario escalador que casi gana el Giro de 2005 , se perdió luego en la noche italiana. Orejas de soplillo, rostro de 'bambino', cara hecha para personaje de 'El Señor de los Anillos'. Pícaro. De joven, recolector de café; todo el día con la espalda doblada. Se hizo ciclista con una bicicleta prestada. Y luego, cuando le vino la fama, le dejó la novia de siempre por despistarse con otras faldas. Chicas altas. Ahora, dice su director, Gianni Savio, que ha recuperado el equilibrio. 'Cherchez la femme'. Rujano ha dejado de ser un ciclista nocturno. Tiene una novia firme. Keila, se llama. Y es miss. Que los centímetros no los separen. La bella y el hobbit.
Para el kilómetro 150 de la etapa, el Giro ya no se acordaba ni del calor de la salida en Spilimbergo ni de la fuga de Lastras, Vicioso, Valls, Losada, Weening... La lluvia y la nieve a la vista se encargaron de bajar la temperatura. Y de la fuga se ocupó el Euskaltel-Euskadi, que ayer trabajó para buscar el triunfo de Igor Antón y, a la vez y de rebote, en favor de Contador, que mantuvo a su equipo en el banquillo. Ahorrando para lo mucho que aún queda. El navarro Mikel Nieve tiene apellido de camuflaje para andar por los Alpes. Apretó para lanzar a Antón . Muchos pulmones se quedaron sin saldo. Gargantas heladas.
Rujano, impaciente, fue el primero que asomó. Aún a falta de diez kilómetros de subida. Antón se fue con él. Y con Antón, Contador. "No se fía", lamentó el vizcaíno. "Está muy fuerte. Ganarle no es imposible, pero casi" , dijo luego. Un kilómetro más allá había un peaje, con su barrera y sus taquillas. Estaba abierto para el Giro, claro. Pero Contador, al poco de cruzarlo pasó revista e impuso la tasa. Alta. Carísima. En el tramo más duro, al 12%. Acababa de moverse Scarponi y Nibali, escondido, no había reaccionado. Era el kilómetro confuso, el de las dudas y los toreros. Contador se giró y les recorrió con los ojos. Nibali y Kreuziger pedaleaban como si subieran al patíbulo . Scarponi no le sostenía la mirada. "Yo iba sufriendo muchísimo, pero tenía buenas piernas. Y hay que aprovechar los días buenos, que la semana que viene puedo ir muerto", contó el madrileño.
Descerrajó una ráfaga de pedaladas y eso bastó. Sólo Rujano lo soportó. Atras había ambiente de despedida. De resignación. "Corro según lo que me dice el corazón", repite Contador. Y sabe que le montaña no tiene corazón. Es despiadada. La nieve al fondo del camino le marcó el camino. Negoció con Rujano el reparto del botín -para el otro la etapa y para él, el Giro- y puso el cronómetro en marcha. Detrás, Gadret, Dupont e Igor Antón, quinto en la etapa y séptimo en la general (a 4.02) se distanciaron del vagón que perdía el Giro, el de Nibali, Scarponi, Kreuziger, Arroyo y Menchov. Como el glaciar del Grossglockner, recularon. Cosas del cambio climático que funde el hielo. Que funde a los rivales de Contador. Menos a Rujano. Descofiado él. No se fiaba de la promesa de Contador y no dejó de girarse hacia atrás. El pícaro cree que todos son de su condición. El pequeño novio de la miss. Ni subido en el podio llegaba a la altura de las azafatas del Giro, agachadas para sellarle con carmín. "A ver si hago un buen Giro y el Chávez (presidente de Venezuela) entra como patrocinador del equipo". El hobbit feliz con su anillo.
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