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Gallardón se impone a PSOE e IU en un debate «limpio»

La deuda municipal, la vivienda y el traslado al Palacio de Cibeles coparon un encuentro limpio y ágil

Gallardón se impone a PSOE e IU en un debate «limpio» ÁNGEL DE ANTONIO

SARA MEDIALDEA

Si hay una categoría más allá del guante blanco, esa es la que aplicaron ayer los tres candidatos al Ayuntamiento madrileño —Ángel Pérez por IU, Jaime Lissavetzky por el PSOE, y Alberto Ruiz-Gallardón por el PP—, durante su primer y único debate electoral, en Telemadrid. Ni una palabra más alta que otra, ni un mal gesto: todo transcurrió por la senda del civismo. Parecía lo que era: un encuentro entre tres viejos amigos que piensan diferente pero que se respetan. El debate resultó mucho más ágil que el esclerótico modelo a dos del día anterior entre los candidatos a la presidencia regional, y hasta hubo tiempo para escuchar propuestas. Y muchas.

Claro que si un tema se convirtió en protagonista indiscutible, fue el empleo. Los tres candidatos hicieron bandera de él, exponiendo medidas para fomentarlo y compitiendo por proponer un gran pacto que ayude a encarar el drama del paro. En eso, todos estuvieron de acuerdo.

Improvisar contraataques

De los tres políticos, con probada experiencia en la cosa pública, el más nervioso al comienzo parecía Lissavetzky. El debate tomó enseguida intensidad, conscientes todos ellos de la importancia de distribuir sus mensajes de forma clara, y con la suficiente cintura como para improvisar contraataques o «driblar» los del contrario.

Los datos de la deuda madrileña, la presión fiscal en la ciudad o el retraso en el pago a proveedores —armas básicas del cabeza de cartel socialista— fueron contestados con magnitudes equivalentes, pero referidas al Gobierno de la Nación, por el alcalde. Y esa fue la estrategia de PSOE y PP, uno empeñado en hablar de Madrid, y con la diana puesta en la gestión de Rodríguez Zapatero el otro. Mientras, Ángel Pérez desgranaba propuestas.

Al hablar de tráfico, la filosofía de algunas sugerencias de IU fueron recogidas por un receptivo Ruiz-Gallardón —«usted me ha convencido de muchas cosas»—. Aquí, el argumento de Lissavetzky fue el de la contaminación, que ha convertido el presente mandato en «el de la boina». Las mejoras en datos de emisiones y sus propuestas en movilidad sostenible —como los carriles-bici o las peatonalizaciones— fueron la respuesta del alcalde. Este último punto, al parecer, persuadió a su contrincante del PSOE, quien reconoció que «en eso se ha hecho una buena labor».

Los servicios sociales centraron otro de los bloques de contenidos sobre los que debatieron, durante 70 minutos, los cabezas de lista municipales. La oposición fue muy crítica con proyectos comprometidos y no realizados —como las viviendas para jóvenes en el palacio de la Condesa de Sueca, que «serán ya para otros jóvenes», ironizó Ángel Pérez—, o los recortes sociales de los que Lissavetzky acusó al Gobierno local del PP. Y que Ruiz-Gallardón devolvió rápido: «Ustedes han congelado, por primera vez en la historia de España, las pensiones».

Las inversiones no dejaron indiferentes a los contrincantes: ni las grandes, como el Palacio de Cibeles o Madrid Río —«menos de la mitad de lo gastado entre ambas es lo que el alcalde invierte en 120 barrios de Madrid», criticó el candidato de IU—,ni las más cotidianas. Financiadas, en buena medida por el Plan E, como se encargó de recordar Lissavetzky. «Es que el dinero del Plan E lo pagamos los madrileños con los impuestos», le recordó Ruiz-Gallardón, quien aseguró que parte de esos impuestos de los madrileños también se han utilizado para «pagar una parte de las inversiones de Sevilla o Granada».

Piano en Vallecas

La diferencia entre una cultura popular y una cultura de élites centró la discusión sobre este apartado. Pérez denunció que «un niño en Vallecas no puede aprender a tocar el piano». Ruiz-Gallardón le nombró nueve centros públicos donde hacerlo. Criticó luego Pérez infraestructuras abandonadas y olvidadas, como la estación de Príncipe Pío o el edificio de Tabacalera. «Son del Gobierno Central; ¡vamos juntos a protestar a Zapatero!», propuso Ruiz-Gallardón. La guinda fue, de nuevo, el Palacio de Cibeles: propuesta de Trinidad Jiménez, recordó el alcalde. Y Lissvetzky «picó»: «lo haya propuesto ella o usted, estoy en contra». El alcalde le recriminó su falta de elegancia: «No puede ser que porque Tomás Gómez haya ganado las primarias a Trinidad Jiménez, usted la desautorice». «Soy un verso suelto», se oyó a Lissavetzky. No fue su noche.

En sus conclusiones, Ángel Pérez pidió «cambio» y que el alcalde no sea «cansa-almas» y no repita el aviso de un posible pacto PSOE-IU que «no se va a producir». Lissavetzky pidió «sólo ser alcalde». Y Ruiz-Gallardón defendió sus inversiones —«todas con retorno»—. Al final, se dieron la mano y hasta alguna palmadita en el hombro.

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