Bildu pasa de «testaferro de ETA» a puntal constitucional en una semana
El TC cree que la decisión del Supremo de dejarle fuera del 22-M ponía en riesgo el «propio Estado» de la Constitución
ÁLVARO MARTÍNEZ
Lo que para el Tribunal Supremo era un «mero testaferro de ETA», para el Tribunal Constitucional es «una simple sospecha». ¿Hablamos de lo mismo? En teoría sí. De Bildu, que gracias a los magistrados Pascual Sala, Pablo Pérez Tremps, Adela Asúa, Elisa Pérez Vera, Eugenio ... Gay y Luis Ortega, elegidos todos a propuesta del PSOE, estará en las elecciones. En su sentencia-plcet, «los seis del TC» se han puesto definitivamente trascendentes. E innovadores. Tanto, que llegan a afirmar que si los «vicarios de ETA» —según expresión del Supremo— no están en los comicios se pone en riesgo «el propio Estado constitucional». Ni más ni menos.
En una semana, la coalición Bildu ha pasado de ser «una continuación de ETA/Batasuna» —por seguir citando al Supremo— a que su participación en el 22-M sea una especie de extraña bendición para el sistema democrático. En general, existía la conciencia de que era al revés, que ETA y sus partidarios pretendían acabar con la Constitución y todo lo que representa y defiende. De hecho, un pistolero etarra asesinó a un ex presidente del TC, Francisco Tomás y Valiente. La sentencia de «los seis» obra tan portentosa transformación.
También ayer se conocieron los votos particulares en contra del fallo pro-Bildu, emitidos por los magistrados Delgado, Pérez de los Cobos, Rodríguez Arribas y Hernando (del sector «conservador») y por el «progresista» Aragón, que quizá escribió el alegato más demoledor contra la sentencia. En general, los cinco creen que el TC se ha extralimitado en sus funciones, invadiendo parcelas jurisdiccionales del Supremo.
Porque al final, Bildu, ese neo-pilar fundamental del orden constitucional, no solo ha partido en dos el Constitucional. Ya no es una «simple sospecha» que las relaciones TCTS han llegado a un punto sin retorno en la cohabitación. El tono del sentencia no deja lugar a dudas y viene a declarar la guerra al Supremo, como apunta alguno de los votos discrepantes.
El panorama de destrozos causados por la inscripción de la marca proetarra en las elecciones no ha podido (aún) con el pacto PP-PSE, pues según aclaró ayer el popular Basagoiti, no se romperá «porque no le voy a dar ese gusto a ETA y al PNV».
En este contexto, y con este fallo, los batasunos se han venido arriba y ayer mismo calcaban, como objetivo, uno de los incuables de la causa etarra: Navarra tiene que ser Euskal Herria. Otra «simple sospecha».
Los verdaderos socialistas
Además del regreso de los proetarras a las elecciones, la campaña del PSOE señala el retorno a un clásico para tiempos de fatigas: «¡Que viene la extrema derechaaa!». os verdaderos socialistas lo tienen claro. Al menos si nos atenemos a lo que se escuchó, en menos de 24 horas, en las cuatro esquinas de España. A saber:
Según Zapatero, «España tiene la derecha más derecha de Europa»; según Rubalcaba, «el discurso del PP es el de la derecha de la derecha»; según Blanco, «Rudi representa a la extrema derecha»; según Alonso, «el PP es el partido más antisocial y extremo de toda la derecha europea»; según Caamaño, «la derecha extrema que representa el PP no va a tener cabida en este país»; según Hereu, «la derecha el PP trata de romper la convivencia»; según Manuel «Mansiones» Vázquez, «si sigue gobernando la derecha este verano puede ocurrir una desgracia en Galicia»; según Antich, «el PP balear es la derecha de la derecha, la radical, la derecha de los señoritos»... Y todo en menos de 24 horas.
Sí, parece que los verdaderos socialistas lo tienen claro. En cuatro días, el PSOE ha virado su estrategia de tal manera que lo que está en disputa el 22-M ya no es «el futuro tu portal, tu acera y tu barrio», como Blanco insistía el pasado jueves. Lo que ahora se dirime, visto l unánime del mensaje de sus líderes, es la instalación en España de una especie de IV Reich cañí, un imperio ultra ante el que palidecen os Verdaderos Finlandeses, el Frente Nacional francés, el Partido Nacional Británico o el Ataka de Bulgaria, todas estas sí fuerzas extremistas.
Es recurrente que el PSOE avente el espantajo del miedo a la derechona para movilizar l ala más izquierdista de sus votantes. Lo han hecho en el pasado y ahora parece el último clavo ardiente de la ferretería en vísperas de las elecciones. Pero no será fácil trasladar al electorado el mensaje del PP como leviatán del Estado del bienestar después de que los verdaderos socialistas hayan emprendido el recorte social más severo de la democracia.
Y esto también es una «mera sospecha».
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