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Enrique González Macho: «Reunirse con los piratas es como si un violador se entrevista con la persona violada»

Desde su nuevo cargo repasa en ABC los retos que afronta la institución y por dónde pasa el futuro del cine español, con internet en el horizonte

Enrique González Macho: «Reunirse con los piratas es como si un violador se entrevista con la persona violada» IGNACIO GIL

INÉS MARTÍN RODRIGO

En la Academia de Cine se respira otro aire desde el pasado 10 de abril. Ese aire se percibe con especial intensidad lejos de su sede, en las oficinas de Alta Films en Madrid, donde el nuevo presidente, Enrique González Macho, recibe a ABC para hablar de los planes que tiene para la institución, los problemas endémicos que arrastra el cine español y el futuro por el que debe transitar nuestra industria para sobrevivir.

—¿Por qué la sociedad española está tan desencantada con su propio cine?

—Bueno, una parte. El CIS dice que el 72% de los españoles estamos satisfechos o bastante satisfechos con el cine español. Está claro que hay un 28% que no y eso es consecuencia de lo que sucedió hace unos años con el tema de los Goya (el «No a la Guerra», la polémica con Medem y su «Pelota Vasca», etc). Que lo vean y no les guste lo entiendo perfectamente, pero no lo comparto. Ahora, que digan que no lo ven porque no les gusta... es un poco visceral. Se trata de intentar que ese público por lo menos lo vea, aunque luego nos critique todo lo que considere oportuno.

—¿Y cómo conseguimos que lo vea?

—Es una labor que corresponde a los medios de comunicación, que han atacado muy duramente al cine español en los últimos años. Se trata simplemente de explicar las cosas. Cuando me eligieron dije, y lo voy a mantener, que voy a hacer trabajar a la Prensa. Es necesario que tanto la Prensa como la profesión se autocritiquen y expliquen cómo funciona el cine, porque en el fondo hay un enorme desconocimiento sobre la industria del cine, que es complicada.

—Las cifras de taquilla de cine español son muy preocupantes: ¿es Torrente la única esperanza que nos queda? Mientras Torrente siga vivo el cine español seguirá respirando...

—Torrente no es en absoluto la única esperanza del cine español. Las cifras del año pasado son malas, es un dato clarísimo y no hay que ocultarlo. Pero los números deben cogerse en un contexto más amplio. Además,hay que tener en cuenta que el cine no solo depende de las taquillas. Soy partidario de que haya cine de todo tipo, que haya «Torrente», que lo defiendo a muerte, y que haya «Pa negre» o «Elisa K» o películas que son muy minoritarias, que tienen mucha repercusión fuera y que forman parte del patrimonio cultural del cine. No puede haber cine solo para las mayorías, pero tampoco solo para las minorías. Tienen que convivir y cada cual irá a ver lo que le interese.

—El problema es conseguir el modelo en el que convivan «Torrente» y «Elisa K».

—Por supuesto, pero yo creo que ya conviven y ambas son necesarias. El cine es el sector cultural en el que hay menor índice de fracasos porque hay un proceso industrial detrás que ya por sí mismo elimina a muchas películas. Siempre digo que en el cine hay que aplicar una frase bíblica que es muy verdad: «Son muchos los llamados y pocos los elegidos». Afortunadamente, claro.

—¿Cuál es el plan que Enrique González Macho tiene como presidente de la Academia del Cine español?

—He entrado en la Academia con ánimo de sosiego, no quiero titulares. La institución no está alterada, hay un ambiente pacífico que da gusto estar allí. El problema es que se desconoce cómo funciona. Cualquier cosa que se haga tiene que tener el consentimiento de la Junta Directiva, que se reúne dos veces al mes para debatir y tratar diferentes temas. No voy a hacer lo que me de la gana, sino lo que crea que debo hacer, pero siempre con el consentimiento de la Junta. Imagino que lo tendré y si no me dejan hacer nada me iré, porque el finiquito aquí es muy rápido. Quiero una Academia integradora. De un sector a otro hay mucho desconocimiento y quiero que en la Academia haya un contacto continuo para conocernos mejor y solucionar los problemas. Se trata de algo a largo plazo, un trabajo gris, aburrido, que no va a producir grandes titulares, pero lo considero fundamental. En el día a día quiero tener constante debate sobre las relaciones con el Ministerio de Cultura, con Europa (en España ya no puedes hacer lo que te dé la gana), con Iberoamérica (tendríamos que ser la plataforma de lanzamiento de su cine), desarrollar la paridad en el cine... Vamos a hermanar todas esas cosas.

—¿Cuáles son los retos que debe asumir la Academia de Cine?

—Quiero que la Academia sea apolítica, porque no puede ser de otra forma, sería estúpido; no puede tomar ningún partido. Somos 1.300 y hay sensibilidades de todo tipo, igual que en la sociedad. Otra cosa, que es lo que siempre ha trascendido, es la opinión personal de los miembros de la Academia. No voy a prohibir a nadie que hable, pero se confunde lo particular con lo general, y eso es muy malo. Es muy difícil separarlo porque si alguien mediático dice una cosa hay repercusión. Lo que tiene que entender la gente es que es su opinión personal, pero no de la Academia en su conjunto. Hasta ahora no se ha separado el cargo del nombre.

—¿Cuál es el debate fundamental que quiere que centre su paso por la Academia?

—Buscar las vías de continuidad para que no haya un salto al vacío. Va a haber cambio político en el país y espero que no nos afecte demasiado. Por otro lado, hay cambios tecnológicos, la globalización, internet... El modelo presente está desfasado en algunas cosas, pero el problema es que el modelo de futuro aún no está definido.

—Su llegada a la Academia ha sido bastante «precipitada» ¿Qué opina de la gestión de Álex de la Iglesia y de su mediática salida?

—Álex lo hizo muy bien y lo digo sinceramente. Pasó lo que pasó y hubo una confusión con la que hay que tener mucho cuidado, porque la Academia no es un órgano legislativo. Debemos debatir el tema de internet, estudiarlo, llegar a conclusiones y elevarlas a quien se tercie. Pero hasta ahí. Aquí quien gobierna es el Gobierno y quien legisla es el Parlamento.

—¿Usted se hubiera reunido con los internautas?

—Con los internautas siempre, con los piratas nunca. Es como si un violador se entrevistase con la persona violada. Internautas somos todos, pero piratas son los que se benefician a través de internet expoliando a la gente. Para mí son delincuentes, igual que los hay en todas las actividades.

—¿Está de acuerdo con lo que dijo Álex de la Iglesia cuando afirmó que internet es el presente del cine español?

—No. Internet es el presente de nuestras vidas, pero no del cine. Es indudable que el futuro del cine va a pasar por internet de una forma esencial, pero tampoco es todo nuestro futuro. El futuro más inmediato pasa porque haya más portales legales y la industria se tiene que poner las pilas. Estamos acostumbrados a la cultura del todo gratis y eso es inviable.

—¿Por qué el cine es siempre el talón de Aquiles del Ministerio de Cultura hasta el punto de haber terminado con dos ministros?

—Lo es en todos los países. El cine es muy complejo y todos opinamos y todos tenemos razón. Tiene un factor artístico que puede herir sensibilidades. También la literatura o la música, pero trascienden menos a la sociedad. Detrás del cine hay un factor económico muy fuerte y lo que se analizan son las cifras, cuando las cifras no lo son todo.

—¿No cree que en los últimos tiempos se ha intentado mediatizar el cine desde algunos sectores políticos?

—No lo creo. Si hay un Gobierno de izquierdas y unos actores de izquierdas que le apoyan mucho, pues se apoya en ellos y, con todos mis respetos, al revés también. Eso es algo con lo que quiero acabar, sé que es una guerra perdida, pero quiero dar la batalla. Lo que tenemos que hacer, y es algo en lo que coincido con el PP, es vender fuera la marca España. De todas las artes, el cine es la que mayor difusión y repercusión tiene.

—¿Sigue pensando que presidir la Academia es un «embolao»?

—Lo sigo pensando y lo mantengo, pero no me arrepiento de la decisión que tomé, porque quise. Nadie me tuvo que suplicar nada. Vinieron a verme cuatro o cinco personas (entre ellas no estaba Pedro Almodóvar, aunque se publicara que sí) para pedirme que me presentara y dije que sí. Buscaban sosiego y tranquilidad porque vienen tiempos muy difíciles.

—¿Qué piensa de la vuelta de Pedro Almodóvar a la Academia?

—Se lo agradezco muchísimo porque tuvo la delicadeza y elegancia de hacerlo antes de las elecciones. Y además lo hizo por la puerta de atrás, no anunciándolo a bombo y platillo, sino presentando la instancia en la Academia. Eso sí, yo no voy a llamar a nadie para que entre porque para mí son todos iguales.

—Como defensor del cine en versión original, ¿qué opina de la batalla entre ésta y el doblaje?

—Sería una aberración suprimir el doblaje porque llevamos 75 años así y la gente dejaría de ir al cine. Soy partidario de que coexistan ambas.

—¿Qué se le puede pedir al Gobierno que les pida a las televisiones?

—El gran problema es que no hay una política global «audiovisual». La gente debe darse cuenta de que el cine español es el que tenemos, malo o bueno, pero el que tenemos. Somos igual de malos o buenos que los de fuera, con una virtud especial, y es que el cine español es muy variado, solo hay que mirar a los Goya de este año.

—¿Qué tal se lleva con la ministra de Cultura?

—Muy bien y eso es algo positivo. A todo el mundo le pediré lo mismo: que nos tengan un poco de respeto. —¿Qué opina de la Ley Sinde?

—A Ángeles le ha tocado bailar con la más fea. Guste o no guste, el 97 por ciento del Parlamento ha aprobado la ley Sinde. Me parece un acto de valentía, no de la ministra de Cultura, sino del Parlamento. Demuestra que, por fin, se ha dado cuenta de que no podemos seguir siendo el segundo país más pirata del mundo. En el exterior, a los españoles se nos percibe como piratas, esa es nuestra imagen. Muy tonto tiene que ser el internauta para no darse cuenta de que, si quiere calidad y seguridad, tiene que ser en páginas legales. Soy partidario de que haya muchos portales, que esté todo el contenido posible, con la máxima calidad y seguridad y a un precio que nadie pueda decir que es un abuso. Ese es el futuro del cine. Internet siempre podrá ser gratis para muchas cosas, pero el que quiera contenidos de calidad los tendrá que pagar

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