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tenis

Un menisco y una raqueta

La valenciana Beatriz García Vidagany asciende en el ránking pese a jugar con la rodilla maltrecha

Javier Bragado

Existe un lugar a orilla de la Albufera de Valencia en el que se reúnen tenistas de todo el mundo con el fin de alcanzar la cima. Allí crecieron números uno como Marat Safin y su hermana Dinara, entrenan jugadores consagrados como David Ferrer y a su sombra se multiplican los jóvenes talentos que buscan formación en las pistas y el cariño de sus familias de acogida.

De entre esos fieles atraídos por el magnetismo del éxito también han surgido atletas de la zona que han encontrado su hueco en el deporte profesional. Es el caso de Beatriz García Vidagany , quien nació hace 23 años en Torrent y ha recorrido los doce kilómetros hasta Silla innumerables veces para ser tenista profesional. "Es una escuela muy buena que lleva muchos años trabajando bien. Si todos van allí es por algo. Están todos los buenos y te motiva mucho", explica la paisana de Anabel Medina.

Beatriz es la número 177 del ránking WTA, la novena de las españolas, pero su situación en la tabla ha estado condicionada por la dicotomía de su cuerpo. El lado derecho es el de su infortunio, aquel en que sus amortiguaciones se rompieron y dónde su cartílago es material sensible. "Hace dos años me rompí el cruzado y el ligamento. El verano pasado me volví a romper el menisco y me tuvieron que operar. Sigo con el menisco roto, pero juego porque me han dicho que con ejercicios y teniendo la rodilla fuerte y estable puedo esperar a operarme. Por ahora me queda un trocito", resume con buen humor la valenciana. Los problemas físicos los suple con el lado izquierdo de su cuerpo, donde se localiza su credencial para el tenis de alto nivel, un brazo exquisito y con calidad como para fascinar a los espectadores.

Un lugar en el tenis

La prueba de su recuperación está en los 540 puestos que ascendió en los últimos 700 días o en los cuartos de final de Bogotá en febrero. "A este nivel llevo cuatro o cinco años como profesional pero con las lesiones no he podido jugar mucho seguido. Vas con un lastre encima, pero es lo que hay", explica sin buscar justificaciones cuando se sortean sus emparejamientos. Es parte del optimismo y de la esperanza en una temporada en la que suma tantos triunfos como derrotas en las rondas finales. Sin embargo, su cabeza todavía cruza los dedos cuando salta a la pista: "Por ahora intento no lesionarme, que es lo importante. He jugado mil fases previas de los torneos y cuando llegas al cuadro final tienes tantos partidos encima que se nota", cuenta quien ahora tiene su hábitat natural en las rondas de clasificación para "sumar puntos y no tener que jugar previas".

Ahora García Vidagany afronta una larga temporada de tierra tras quedar eliminada a las puertas del cuadro final del Madrid Open. Subrayará los circuitos españoles en el calendario porque son sus favoritos y le permiten estar más cerca de ese entorno familiar al que echa de menos durante los viajes. Mientras seguirá sondeando su posible futuro en el tenis con el apoyo del fluido grupo de jugadoras hispanas que comparten cenas y confidencias en los torneos. Su pequeño cuerpo será el que decida el duelo entre su menisco y su zurda. La solución se trasladará a su raqueta y a sus números.

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